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Yo voy al Psicólogo… ¿Y qué?

Dado que no soy juez y sí soy parte, me limito a lo que me resulta esencial y es el sentido del proceso terapéutico, desde mi experiencia como Psicoterapeuta Caracteroanalítica

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¿Qué sucede cuando alguien te cuenta que va a Psicoterapia o cuando te sugiere que busques ayuda psicológica? ¿Te sientes confundido/a y enfadado/a? o, por el contrario, ¿te sientes tranquilo/a, cuidado/a y querido/a?

«Ir al Psicólogo» ha sido, según temporadas, modas y coyunturas, el dios y el diablo de sociedades en permanente cambio. Hay momentos y lugares en que se ha relacionado con el poder de consumo, como describen bastantes caricaturas que lo ironizan muy acertadamente, mostrando, por ejemplo, un grupo de mujeres de clase social alta contando a las demás sus descubrimientos en terapia mientras toman la merienda sin darse cuenta de lo que hay más allá de sus neurosis. En el extremo contrario, está la imagen del «loco», personaje arquetípico marginado y rechazado por sociedades más interesadas en la uniformidad que en la salud humana, definitivamente más afines a las «formas correctas» que a la disminución del sufrimiento.

Entre esos dos extremos vamos y venimos, algunos acercándose tímida y secretamente a la consulta de un terapeuta con la esperanza de sacar algo en claro sobre alguna situación vital difícil. Otros, gastando palabras, gestos y actitudes para convencer a los demás de que una terapia no sirve para nada y de que lo mejor es vivir-la-vida-que-son-cuatro-días, en vez de comerse la cabeza con tanto pensar. Y otros, implicándose de lleno en sus procesos personales, aprovechando la herramienta terapéutica para mejorar su calidad de vida emocional.

Son todo/as ello/as quienes motivan esta entrada, pues me animan a reflexionar sinceramente sobre el sentido de mi trabajo y me exigen cada día, no sólo más preparación y conocimiento, sino también más y mejor calidad humana para ejercer una labor en la que las emociones son lo esencial, en tiempos realmente difíciles de comprender.

Hay algunos mitos y miedos sobre la Psicoterapia que me resultan especialmente preocupantes, como todo lo que se convierte en una verdad incuestionable. Mi intención, lejos de convencer, es relativizar las cosas, motivando más a la reflexión y a la comprobación que al asentimiento pasivo.

Miedos y Mitos sobre la Psicoterapia

  • La Psicoterapia es cosa de locos: Es el mito más antiguo, que a primera vista ya nadie se cree, pero que tiene su influencia cuando se quiere comunicar la experiencia a familia y/o amigos, exponiéndose a una suerte de apoyos y de reproches.
  • La Psicoterapia es para gente débil: Es una idea generalizada cuando se vive en un ambiente competitivo en el que la fuerza, a costa de lo que sea incluyéndose a uno mismo, vale más que la capacidad de vivir en compañía.
  • La Psicoterapia dura toda la vida: Es un pensamiento arraigado, de acuerdo con la caricatura que se ha hecho del Psicoanálisis, en la que el paciente se tumba en el diván para contar sus problemas mientras el médico duerme la siesta.
  • La Psicoterapia crea dependencia: Es uno de los miedos más actuales en tiempos en que la soledad y el autoabastecimiento reinan sobre la convivencia y el mutuo apoyo. Otro de los mitos más sonados, que tiene relación con este, es que «uno tiene que hacer las cosas sin ayuda, porque así lo hemos hecho siempre».
  • Es suficiente con tener una actitud positiva: Este pensamiento hace parte de las últimas tendencias, en las que se ofrecen soluciones inmediatas, con el mínimo esfuerzo, para todo tipo de dolencias.
  • La Psicoterapia es sólo para gente con dinero: Este es otro de los mitos más comunes, que tiene que ver con la idea de la terapia clasista, propia de la época victoriana.

La Psicoterapia no es una cosa que uno compra y consume, y no existe como algo único. Lo que hay es una gran variedad de modelos terapéuticos, así como profesionales dedicados a la labor psicoterapéutica y, cada uno, con sus métodos y sus formas de percibir la vida y el trabajo, da a sus pacientes lo mejor o lo peor que tiene.

Dado que no soy juez y sí soy parte, me limito a lo que me resulta esencial, y es el sentido del proceso terapéutico como herramienta de trabajo personal, desde mi experiencia como Psicoterapeuta Caracteroanalítica

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El trabajo reichiano te acompaña con finura, ética y eficacia, en la búsqueda del contacto con tus potencialidades y de la capacidad de gestionar y disfrutar de tu propia vida. Esa ha sido mi vivencia como paciente en formación reichiana, y ese es mi faro como terapeuta
Ver: Psicoterapia Caracteroanalítica

La Psicoterapia no es la única opción posible para estar bien. Tienes derecho de acceder a esta o no, y se ha de respetar la opción que consideres más oportuna. Una Psicoterapia que da prioridad a tu salud, es una herramienta para conocer y gestionar los mecanismos del carácter que te llevan a vivir de una determinada manera. Con esta base, cualquier persona, por cualquier motivo, puede acudir a la Psicoterapia, siempre y cuando tenga la disposición de participar activamente de su proceso, antes de esperar que alguien resuelva sus problemas con una especie de varita mágica, que evite cualquier asomo de dolor o de consciencia.

Existen varias alternativas, según las posibilidades y las motivaciones que llevan a una persona a solicitarla. Además, los aspectos socioeconómicos son tomados en cuenta con realismo y con sentido de humanidad, en beneficio de todas las partes implicadas en el proceso.

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