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De Forzar los Procesos a Respetar los Límites

Forzar los procesos o respetar los límites... Qué bueno es sentirse capaz de todo. Pero qué importante es conocer la medida de las posibilidades

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5 mins
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La imagen es la de estar en tierra viendo una montaña que hay para escalar. Empezar a subirla haciendo grandes esfuerzos. Poco a poco, ir ganando en flexibilidad, en habilidad, en estrategia, acercándose a la meta cada vez más. Llegar. Por fin llegar.

Empezar a tomar aliento para disfrutar del logro conseguido se ve truncado por la siguiente imagen. Otra gran montaña, más alta que la primera se alza ante los ojos incrédulos del/la valiente caminante, que no alcanza a completar todo su ciclo de inspiración y espiración cuando ya está recomenzando la marcha. Esta vez también llega a la meta pero, de nuevo, ni siquiera alcanza a tomar aire cuando viene la tercera gran montaña, por supuesto, un poco más alta que la anterior. Y así sucesivamente…

Y así sucesivamente se pasa la vida, logrando, cumpliendo, llegando y volviendo a lograr, a cumplir y a llegar, hasta que suena la alarma y dice «basta».

Es el cuerpo con un síntoma o la vida afectiva que amenaza con una hecatombe, la vida laboral que se derrumba o simplemente la sensación de desmotivación y de vacío interior que ya no hay cómo soportar

Qué sano es luchar por la vida, qué bueno es sentirse capaz de todo. Pero qué importante es conocer la medida de las posibilidades. Cada uno tiene su ritmo y conocerlo es el mejor recurso para diseñar saludablemente las metas.

Hay un tiempo para todo…

Todo empieza en los primeros años de vida. Hay un tiempo para todo, para dormir solo en la habitación, para empezar a caminar, para ser independiente, para hablar, para usar los cubiertos en la mesa con destreza, para empezar la vida escolar, para controlar los esfínteres, para ser solidario, para afinar la motricidad. Todo esto hace parte del desarrollo psicobiológico infantil que no está condicionado por el tiempo del que dispongan los padres o los maestros y mucho menos por las ganas de que el niño o la niña sea el/la primero/a en todo.

Seguramente con la mejor de las intenciones, pero también por la falta de conocimiento por parte de adultos, hay niños que viven desde muy pronto el estrés continuo de llegar más allá de lo que pueden. Colorear una figura sin salirse de la raya es algo que impone una destreza determinada y que depende de la madurez cerebral.

Habrá que pintar, entonces, muchos dibujos saliéndose de la raya para conseguir una forma propia de expresar la creatividad y, a la vez, de comprender los límites

Escalar la montaña del aprendizaje escolar tampoco es cosa fácil ni uniforme. Se ven frecuentemente situaciones en que las notas del colegio se convierten en la meta. Si sacó un 6 tenía que sacar un 7 y cuando consiguió sacar el 7 hubiera sido mejor sacar 8… y así. Cuando se sacó el 10 seguro que habría que mejorar en algo.

Porque siempre hay algo para mejorar, porque nunca es suficiente, porque descansar, disfrutar del éxito conseguido o tomar impulso para otra nueva aventura pocas veces hacen parte del proceso de avanzar, en estos tiempos de productividad a toda costa.

Estas son dinámicas que se reflejan frecuentemente en la vida adulta, pero que suelen aparecer enmascaradas con las estrategias caracteriales con las que se ha aprendido a bandear la cotidianidad.

Aparecen entonces grandes personas, hombres y mujeres supercapaces, superpreparados/as, con todo el futuro por delante… y con depresión, ansiedad, pánico, impotencia, frigidez, obsesiones, fobias, desajustes del sueño y alimentarios… entre muchos otros

Hombres y mujeres que han entrado en la dinámica de estos tiempos en que hasta respirar acaba siendo una pérdida de tiempo. Personas jóvenes y no tan jóvenes a las que nunca se les oye decir algo como: «necesito un descanso«, «este es mi límite«, «pediré ayuda«, «gracias a mi amigo todo ha sido más fácil«.

Lo que sí se escucha con lamentable frecuencia es…

«hacia atrás ni para tomar impulso«

«lo he hecho yo solo/a«

«dame un café bien cargado que no he dormido«

«no descansaré hasta lograr el puesto de director/a«

«si él puede yo también«…

Esto puede significar muchas cosas. La saludable fuerza para hacerse la vida con los esfuerzos que supone, pero también la incesante presión para forzar la máquina y alejarse cada vez más de las potencialidades internas para hacer lo que haga falta sin necesidad de dañar ni dañarse.

Querer ser mejor cada día no es nada negativo, pero abusar de las funciones naturales de supervivencia sí puede generar distorsiones difíciles de reponer más tarde

Digo difíciles, mas no imposibles, al menos cuando se detecta a tiempo la dinámica del estrés y sus efectos en la salud. Porque, a pesar de todo, el organismo tiene una gran capacidad para regenerarse y solo hace falta poner el freno para ver cómo se puede replantear el proyecto de vida, desarticulándolo de esos mandatos antiguos que pueden estar condicionando el presente, como es el de hacer algo bien y quedarse pensando que se pudo hacer mejor.

Revisar la historia personal para detectar la clave de esa actitud -a veces inconsciente- de cierto «auto-acoso«, darse cuenta de las trampas del carácter con las que se acaba castigando la salud emocional y física, entender que la depresión y otras respuestas son simplemente avisos para verse de verdad, son algunas de las vías posibles para desarticular el círculo que lleva al malestar y a la consecuente sensación de que nunca es suficiente.

Para… respira… siente… hay algo más, adentro, que no se resuelve con un café bien cargado.

Gracias por compartir este artículo

1 comentario en «De Forzar los Procesos a Respetar los Límites»

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