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¡Socorro!… Vacaciones en Pareja

Cuando las vacaciones en pareja se convierten en una pesadilla

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4 mins
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Parece que fue ayer cuando nos dábamos los abrazos deseándonos un feliz año. Han pasado los meses sin casi darnos cuenta y ya el verano nos ilumina y nos calienta. La rutina empieza a cambiar y algunos empiezan a hacer planes para disfrutar de unas vacaciones. 

Qué bien suena… ¡Por fin unas merecidas vacaciones! Cuando se está en pareja, el propósito es pasar unos días juntos, reencontrarse, desconectar.

A algunas parejas estos días les vienen de maravilla. Los cambios de rutina y los días de vacaciones les renuevan. Aprovechan para hacer balances y planes, para descubrir nuevos paisajes o regresar a los mejor recordados. Este tiempo ayuda a seguir adelante con más fuerza.

Pero en otras parejas el sueño se convierte –a veces inesperadamente– en una pesadilla. Retrasos en el transporte, dificultades para clavar la sombrilla en la playa, desacuerdos sobre la hora, el lugar y/o el tipo de comida, diferentes ritmos y necesidades, son sólo algunos motivos de discusión que normalmente esconden otros más profundos. Porque por alguna razón, en las vacaciones de verano los conflictos salen como los caracoles de sus conchas. Y lo que iba a ser un tiempo de descanso se convierte en un viacrucis de reproches y críticas generalmente bien guardadas, al menos desde las vacaciones pasadas.

Porque no es que el verano traiga consigo los problemas. Es que con tanto que hacer en otros momentos, pareciera que no había tiempo ni para tomar consciencia de que algo molestaba o posiblemente ni siquiera hubo la oportunidad para sentarse a conversar.

Alegría o hastío de estar juntos

El trabajo, las actividades individuales, la atención a los hijos cuando los hay, son excelentes excusas para no conectar con las profundidades de la vida en pareja. 

Ahora que llegó el momento porque no hay más remedio que pasar estos días juntos, es lógico que aparezca con fuerza lo que hay en realidad: la alegría de estar o el hastío por el tiempo que ha pasado con una insatisfacción  que se ha convertido en costumbre.

Duele darse cuenta, cuando la sensación es tan displacentera que hasta se daría lo que fuera por que llegue Septiembre. Duele constatar que no hay nada qué decirse y que la luna de miel de los primeros tiempos parece haberse convertido más bien en hiel. Duele pensar que esto ya no tiene vuelta atrás y que lo único que queda es un adiós, cuando no aparece la mala idea de seguir porque hay que aguantar.

Descubrir y descubrirse

Pero también ilusiona pensar que esta es una oportunidad para descubrir y descubrirse, para decidir, para cambiar o para recuperar. Eso depende de cada uno, de la pareja y del conflicto en sí mismo. No hay una fórmula que sirva a todas las parejas por igual y mucho menos cuando lo que se valora es la libertad, la salud y el amor en el sentido más profundo de la palabra (Ver: El Amor… Lo que no es).

Para bien o para mal, pasado el verano la tasa de divorcios aumenta de manera significativa y este dato no contempla las separaciones de parejas no casadas, que son cada vez más frecuentes.

Esta información se ha usado de diversas maneras, desde un toque de atención para mantener a la familia a toda costa en nombre de Dios o de la economía nacional, hasta el intento de constatar que la pareja es un mal innecesario.

El/la lector/a asiduo/a a este blog sabrá de antemano que aquí no se interpretan los hechos de ninguna de estas dos maneras. Lo que sí me interesa transmitir es que cada conflicto, cada experiencia y cada alegría son excelentes oportunidades, no para desconectar sino precisamente lo contrario: Para conectar con nuestras verdaderas emociones, en compañía o en soledad, pero siempre con la intención de seguir en el camino con salud y alegría de vivir.

Que este verano te encuentre en la mejor forma para ver tu vida como es, disfrutar de lo que te gusta tener, recuperar lo que no quieres perder y dejar lo que ya no deseas mantener

Gracias por compartir este artículo

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