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Inmigración, una (E)lección Vital –Sandra Keil–

Cuando Sandra perdió el trabajo en Colombia, su país natal, su vida dio un vuelco inesperado

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9 mins
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Foto: Sandra Keil

Cuando hablamos de inmigración es fácil relacionarla con la carencia de los más básicos recursos que sufren quienes no tienen más remedio que abandonar el lugar donde han nacido y crecido, hasta que alguna puerta se abre con la esperanza de mejorar una precaria calidad de vida.

Esta asociación entre inmigración y precariedad tiene su lógica, ya que son muchas las personas que optan por abandonar su país por motivos de vida o muerte. La información que consumimos tiende a limitarse, con cierta razón, a la población migrante en condiciones desafortunadas.

Por otra parte, aún vivimos en una sociedad que suspende en evolución y cultura ciudadana, dotando a la persona inmigrante de características basadas en prejuicios con tintes de xenofobia y generalizaciones que poco o nada tienen que ver con la realidad.

Existe una parte de la población que ha emigrado por razones menos dramáticas, como puede ser la búsqueda personal o espiritual, el perfeccionamiento de la formación profesional y el mejoramiento de las condiciones laborales, la búsqueda de una mejor vida afectiva o la simple disposición a la aventura.

Quienes han elegido emigrar en condiciones más favorables tienen muchos puntos a su favor en las previsiones para el éxito de su proyecto migratorio. De todas formas, esto no quiere decir que la experiencia sea fácil o simple, obviamente con claras diferencias respecto a quienes han emigrado por razones a veces ajenas a su voluntad.

Esta es la historia de Sandra Ruiz (Keil). Su experiencia migratoria por motivos académicos está llena de luces más que de sombras y en su recorrido se refleja cómo la inmigración también puede ser una experiencia evolutiva y enriquecedora. 

La búsqueda de un nuevo empleo trajo consigo el comienzo de su mayor aventura ya que, aunque se valoraba positivamente su formación académica y su corta experiencia laboral dada su juventud, el desconocimiento de una segunda lengua redujo opciones interesantes para su carrera como ingeniera industrial.

Fue así como Sandra se planteó emigrar. Como sucede tantas veces la oportunidad estaba llamando a su puerta aún sin saberlo, ya que por esos tiempos un amigo que disfrutaba de un intercambio estudiantil en Colombia la puso en contacto con su familia en Madison-Wisconsin (EE.UU).

La decisión de emigrar…

Casi sin pensarlo, un 15 de Enero Sandra viajó a Madison con el proyecto de estudiar inglés en un Instituto ubicado en el centro de la ciudad.

Le habían dicho que Madison era un lugar frío, más frío de lo que nadie podría imaginar. Con todo, nunca pensó en lo frío que era en realidad hasta que se vio en ese lugar desconocido y ella inapropiadamente vestida para un clima de 28ºC bajo cero. Para ella “frío” era Bogotá, donde había nacido y vivido hasta que tomó el avión a Madison. “Frío” significaba entonces a lo sumo 10ºC en la noche.

Por lo tanto, 28ºC bajo cero fue su primera experiencia impactante en un país que estaba por descubrir.

Seis meses duraba el curso de inglés. Seis meses fue lo que Sandra se planteó para regresar a su país con un aprendizaje más. 

Seis meses pasaron y aunque se aplicó bastante, después de ese tiempo comprendió que no se sentía preparada para regresar, ya que lo que aprendió en el salón de clases no se podía traducir en el mundo real, el de la calle, el de la cotidianidad.

Así también se puede vivir en Estados Unidos, como sabemos. Pero Sandra no se conformaba con ir al McDonald’s y limitarse a decir “one, two or three”, según el número que correspondiera al menú elegido.

Ella no soportó sus fríos comienzos a 28ºC   bajo cero para hablar más regular que bien el idioma que había decidido aprender y por el que había dejado su cómoda vida en Colombia.

Decidida a aprender un correcto inglés hablado y escrito y con la esperanza de poder utilizarlo algún día, se matriculó en otro centro para realizar un curso más completo. Cuando consiguió un nivel más adecuado tuvo la buena idea de incluir en el aprendizaje temas relacionados con su profesión, así que tomó varios cursos puntuales hasta acudir a una escuela de postgrado para recibir un MBA (Máster en Administración de Negocios) que más adelante completó con un certificado en Administración de Calidad.

El proceso no fue tan rápido como se escribe un párrafo y tampoco tan sencillo. Varios trabajos alternativos acompañaron este camino hasta que llegó el momento más intenso para una persona inmigrante: La decisión de volver a su país o de arraigarse en el nuevo lugar.

Volver o quedarse…

Pasaron varios años antes de regresar por vacaciones. Gran momento para decidir retornar… o no. Ahora que su inglés era más que aceptable, también tenía la opción de trabajar en Estados Unidos y la aceptó con la idea de tomar un poco de experiencia laboral antes de volver a Colombia.

Recordemos que Sandra se planteó seis meses para el aprendizaje del inglés, pero no sólo había caducado ese plazo hacía ya mucho tiempo, sino que cada avance venía con un ancla incorporada para arraigarse cada vez más en la ciudad de los 28ºC bajo cero.

Después de tantos esfuerzos, la posibilidad de trabajar le resultó gratificante. Y aunque a Sandra le fue difícil asumir que su trabajo consistente en cobrar préstamos estudiantiles por teléfono no coincidía con su capacitación profesional, aprovechó el carácter bilingüe de su nueva labor para perfeccionar el inglés y muy pronto evolucionó dentro de esta empresa.

Aunque se había puesto el plazo de un año en este nuevo proyecto laboral, esta vez también le fallaron los cálculos ya que, de pasito en pasito fue aceptando funciones cada vez más acordes con su perfil y por lo tanto más satisfactorias. Y de pasito en pasito habían pasado al menos cinco años. ¿Cómo renunciar a una empresa que se acercaba a lo que deseaba?

La formación académica combinada con el ingenio que desarrolló en sus primeros años de vida migratoria, le hicieron creer que no había nada imposible y esta fue la creencia que le inspiró también en el desarrollo de su trabajo.

Así que relativamente pronto, la empresa decidió patrocinar su permiso de residencia aprovechando sus cualidades para resolver conflictos y enfrentarse a cualquier obstáculo.

Otra decisión difícil…

Con el tiempo, Sandra sintió que su carrera se estancaba. Llevaba cinco años trabajando y llegaba el momento de decidir si se quedaría en este punto o si debía hacer un nuevo movimiento para continuar su educación y su carrera profesional.

El gerente de la empresa le dijo con humor que no habría para ella más posibilidades de ascender. “Lo estás haciendo muy bien pero tu siguiente paso es el de gerente y yo no planeo mudarme a otra parte ni creo morir pronto” – le dijo.

Esa broma traía un consejo indirecto que ella supo leer, pues su jefe le aclaró que tenía un potencial que no iba a poder desarrollar allí,  aunque por supuesto deseaba no perderla como la excelente trabajadora que era.

Así que, una vez más, Sandra buscó nuevas oportunidades hasta que encontró la que le ayudaría a avanzar, en una conocida empresa multinacional desarrollando tareas de calidad de equipos médicos, donde trabaja desde hace 16 años.

Viviendo el presente…

Sandra encaja muy bien con su trabajo actual y lo disfruta. Hace parte de los procesos que lleva a cabo desde la creación hasta la producción y trabaja con un nuevo equipo de personas cada vez que se inicia un proyecto.

Cuando está pensando o desarrollando un nuevo equipo médico sabe que posiblemente ella y sus compañeros estén, sin saberlo, salvando sus vidas, las de otras personas, las de las de niños y niñas, las de su familia. Es por esto que Sandra y compañía realizan su trabajo como si sus vidas dependieran de ello.

Resolver problemas se ha convertido en su  fortaleza. Se sabe en condiciones de ver el panorama a largo plazo y puede ayudar a sus compañeros/as a solucionar situaciones difíciles y así avanzar en los proyectos. Y como es consciente de que no lo sabe todo, ha aprendido también que siempre habrá alguien que le puede echar una mano en el momento en que lo necesite.

Los afectos…

Esta es la historia de una mujer que ha evolucionado en su vida laboral. Pero mientras ella avanzaba su vida emocional sucedía también. Por esto, aunque esta historia se limita al área laboral de su experiencia migratoria, para Sandra no sería completa sin referirse a los afectos que han acompañado sus años de vida en Estados Unidos.

Fue su familia quien le animó a seguir su educación y le estimuló en su proyecto migratorio. Fueron su apoyo emocional y financiero los que le permitieron dar el primer gran salto.

Fueron sus amigos y amigas quienes le ofrecieron sus sonrisas y su cálida compañía en aquellos momentos en que creyó caer.

Fue con su pareja, Brad Keil, con quien aprendió a compartir la riqueza de las diferencias culturales, profesionales y de idioma.

Hoy –dice Sandra– son su familia, sus amigos/as y su pareja el pilar de su fortaleza.

Esta vez Sandra no se plantea un plazo. Ha comprendido que cuando uno empieza, no sabe cuánto tiempo va a durar la aventura. Porque desde que emigró de Colombia a Estados Unidos para estudiar inglés, nunca ha dejado de mejorar la calidad en su propia vida.

Nota: Basado en la entrevista de Jonathan Gramling, a propósito de la campaña “Yo Soy” de la Asociación de Profesionales Latinos – Calidad Personal y Profesional- en Madison-Wisconsin (EE.UU). 16 de Octubre de 2017.  Entrevistas originales: http://www.capitalcityhues.com/101617YoSoyQualityImprovement.htmlhttp://www.capitalcityhues.com/103017YoSoyQualityImprovement2.html

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