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Parejas en Crisis

Parejas en crisis que deciden afrontar los conflictos y recuperar la auténtica identidad de una relación enferma o estancada

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4 mins
crisis-pareja-terapia

Crisis de pareja… ¿Quién no la ha vivido? La imagen de los amores felices para siempre, todos los días desayunando deliciosos manjares mientras se miran embelesados, caminando por los parques tomados de la mano sin tocar el suelo con los pies y riendo mientras disfrutan de sus siempre adorables hijos es exactamente esto: una imaginación. 

Porque la realidad, que también puede ser hermosa, es que hay días en que darían ganas de escapar por la puerta o tal vez por la ventana volando con una bonita escoba mágica

El proyecto de la pareja es también un proceso y como tal contiene subidas y bajadas, momentos de estancamiento, obstáculos y conflictos por resolver. Y eso es lo que le da su identidad, pues la sopa boba de las historias de amor romántico puede parecer idílica cuando se anhela, pero si la probamos puede resultar muy sosa al no contener ningún alimento para el crecimiento personal. 

Así es que, si convivimos en pareja y somos de desayunos reales, de cereales, leche o tostadas (eso si no salimos corriendo de casa sin siquiera acabar el café por las prisas de la vida cotidiana) es más posible que la alegría se encuentre en lo más sencillo y cotidiano, en el trabajo, en los pequeños avances de los hijos, en los encuentros afectivos, en los planes para el fin de semana, las vacaciones o un futuro más lejano. 

Cuando nada de esto es suficiente, también es posible que el anhelado idilio de la sopa boba se quede plasmado en las historias del televisor que encendemos casi por inercia, con el objetivo de desconectar de obligaciones y excesos de responsabilidad.

Pasan los días, los hábitos y las costumbres toman el timón y la comunicación se acerca más a un diálogo de sordos que a un intercambio de ideas. La vida práctica se come el tiempo entre facturas, colegios, tareas domésticas, compromisos sociales. Los proyectos individuales y los sueños que cada uno imaginó antaño se quedan en un bonito juego de la infancia que se recuerda con nostalgia.  

Y con toda esta densidad llega la insatisfacción, la confusión, el miedo… y por fin la crisis

¿Qué nos pasa? Pregunta inesperada o desesperadamente uno de los dos. Pregunta imprudente, políticamente incorrecta cuando se concibe la pareja como una institución. Pero ese simple y sencillo cuestionamiento contiene el principio de una compleja reflexión acerca del estado de la relación. 

Y así como puede parecer casi una herejía poner en evidencia el malestar de la pareja, también puede ser el principio de un despertar, ya sea para refrescar la relación o para un necesario final.

¿Final?  Eso asusta. Asusta pensar que lo que se ha construido va a desaparecer. Asusta la sensación de abandono y de pérdida, de cambio, de revolución. Por esto algunas parejas deciden dar la espalda a las crisis y seguir como si nada, resignándose a que la vida es así y que no hay nada por hacer.

Alimentan el miedo la presión social, el culto a la hipocresía y a las apariencias, las creencias religiosas basadas en la represión y en la culpa, las mentes catastróficas –y castrantes– que no sintonizan con la movilidad de la energía vital.

Alimenta el cambio la capacidad de afrontar los conflictos, de verse cara a cara y decirse las verdades, de recuperar la auténtica identidad de la relación enferma o estancada, de creer que algo más es posible.

Porque no todas las parejas en crisis acaban en final. Algunas se atreven a descubrir lo que está contaminando su relación y lo que parece un mal momento acaba convirtiéndose en la gran oportunidad para transformar y re-crear otras formas de estar, más ajustadas al tiempo presente y mucho más ricas, satisfactorias y amorosas. 

No es idilio, es movimiento. No es pérdida, es transformación. No es resignación, es satisfacción. No es romanticismo… es amor.

Gracias por compartir este artículo

1 comentario en «Parejas en Crisis»

  1. Interesante reflexión, justo hace poco tiempo que estoy en un proceso similar y es cierto que se hace duro pasar por esos momentos pero también es satisfactorio ver que las cosas pueden mejorar si se afronta el problema, también es verdad que hay ocasiones que uno se cansa de ser el que siempre ponga el tema sobre la mesa, pero esto también forma parte del proceso y al final la otra parte va entendiendo la situación y el camino se va allanando poco a poco.
    Después de esos momentos se va viendo todo más luminoso.

Los comentarios están cerrados.

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