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Las huellas del amor y el desamor

Huellas de amor y desamor, experiencias que nos han marcado. Señales del paso por lugares y gente que ha tocado nuestra vida. Algunos permanecen, otros nos han abandonado, hay quienes se fueron sin querer dejarnos y a veces fuimos nosotros quienes claudicamos

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Nos dejaron sus huellas, nos marcaron… El amor y el desamor ligados a palabras. a caricias, gritos, abrazos o silencios. Y a veces tanto uno como el otro tienen rostros de cálidas o gélidas mañanas, de música o fragancias.

Las huellas del amor y el desamor con sus diversas caras, a menudo se presentan como ecos. Aparecen en lugares, relaciones actuales o vivencias y a veces esperamos cubrir con ellas lo que faltó o lo que se acabó.

Y en esa expectativa derrapamos sin remedio. Y vienen los reproches, las exigencias, las decepciones, la sensación de haber sido víctima de algún engaño. Pasa, cuando esperábamos sentir o recibir lo que solo existía en el imaginario.

Pero no es porque lo hayamos calculado. Lo más seguro es que ni siquiera nos hayamos dado cuenta. A veces nuestra historia se aleja tanto de nuestra consciencia que olvidamos escucharnos y así vamos, como en un tránsito por un desierto árido, sin brújula y con el sol dándonos sus rayos a la cara.

Cada una de las experiencias que vivimos escribe nuestro propio libro, así que no hace falta despojarse de la historia (no hace falta y no es posible). Pero tampoco es plan ir por ahí cargando piedras tan pesadas, de espaldas a los nuevos riesgos, ni andar buscando revivir pasados y mucho menos los que más dolieron.

Pero lo hacemos. A veces nos atormentamos demasiado y no es porque nos guste. Es una constante huida del presente que también alivia, aunque de forma momentánea y mentirosa. El carácter viene armado de trampas tan potentes, que cuando le dejamos a sus anchas es capaz de convencernos de que la luna es verde, si eso es lo que le conviene en el momento.

El amor y el desamor son buenas experiencias, guías, maestras para seguir más acertadamente con la vida. No deberían ser cadenas que nos atan, ni jaulas que nos aprisionan en la carencia y el fracaso. Son solo y nada menos, las marcas que definen quiénes somos, quiénes fuimos, qué quisimos… qué queremos.

Sí sería buena idea organizar nuestras memorias, respetar cada momento, darle al amor y al desamor su tiempo y su lugar para sacarle más jugo a esta experiencia de vivir. Porque sí, se puede estar mejor, más liviano, más en paz, más feliz si se quiere decir esta palabra, pero solo si uno quiere y recupera el «puede».

Con las huellas del amor y el desamor, a la vida habrá que darle un poco de alegría. Movimiento que despeje el horizonte, seguramente también otros dolores, pero mejor si vamos refrescando el repertorio porque este viaje, al menos de momento, parece tener más estaciones.

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