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Las mejores semillas para un cambio

Son los días propicios para sembrar las mejores semillas para un cambio. Días en que no hay otra cosa más urgente que entendernos y construir posibles aunque sea de la nada. Días para no morir, también, en las manos asesinas de la resignación

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red and yellow flower in tilt shift lens
Cuando todos nos muramos de viejos el mundo será mejor, porque habremos vivido una vida plena que no habrá sido interrumpida por una bala, por una enfermedad, por una violencia, sino que se apaga naturalmente, bellamente, legítimamente con la vejez, con la senectud
-Hector Abad Gomez- (en “Carta a una sombra”)

Lo intento pero no puedo, hoy no me sale. Respiro y me pregunto… ¿Sobre qué escribir? Temas se me ocurren por montones, por ejemplo… 

La ansiedad al despertar, el miedo a la muerte en los desvelos. Los bajones que llegan de improviso, la adicción a comprar cuando ataca la rutina. La vida hacia el final de la pandemia, las relaciones rotas, las distancias. La pareja, vivir y convivir cuando es posible, lo que hay oculto detrás de nuestras máscaras. La mala idea de vivir cansados, la importancia de tomar consciencia, la propuesta de reparar traumas pasados. La inercia de la huida hacia atrás o hacia adelante, la estética emocional, el bienestar, el ánimo a seguir a pesar de nuestros duelos… 

… todos estos asuntos importantes, tan vitales… pero hoy ninguno me parece relevante, porque hay días en que la esperanza no alcanza para darle la vuelta a la injusticia. 

Mientras pienso en cómo hacer para aliviar tu malestar con mis palabras, mientras busco formas de expresar lo mucho que te entiendo a través de esta pantalla, en los países donde habita el entorno emocional que me contiene y en otros que aún no he llegado a conocer, suceden cosas difíciles de creer y también imposibles de ignorar:

Muertes, violaciones, abusos, bombardeos, ataques a inocentes. Manipulación, odio instaurado, miedo, incomunicación y pocas ganas de calmar los ánimos. Jóvenes y niños reventados después de infrahumanas travesías. Gente con ganas de cambiar el mundo que pierde la vida en un minuto. Amigos y familias empeñados en romperse unos a otros, defendiendo ideologías y banderas.

Caos por aquí y por allá… nada nuevo en realidad, pero aún así me resisto a acostumbrarme. 

En estos días en que parece que nada bueno sucediera más allá de mi pequeño mundo y puede que del tuyo, deseo encontrar algo que nos haga ilusionar, que nos demuestre lo equivocados que estamos cuando nos atrapa la tediosa desconfianza en esta humanidad, terca, obsesionada con destruirse a sí misma, a punta de bala, a fuerza de golpes, a exceso de hambre.

Este sinsentido que se mete en los poros y que cierra, que contrae hasta los últimos músculos de nuestros cuerpos, que nos grita a la cara los absurdos. Estos días tan ajenos a lo que creímos y  seguimos creyendo, a lo que soñamos y seguimos soñando.  

Estos días son los importantes, los que más. Son los días propicios para sembrar las mejores semillas para un cambio. Días en que no hay otra cosa más urgente que entendernos y construir posibles aunque sea de la nada. Días para no morir, también, en las manos asesinas de la resignación.

Por eso seguiremos, pero ahora un alto en el camino, un poco de silencio, aunque sea por respeto a las víctimas de nuestro tiempo.

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