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Ansiedad: ese vendaval que te domina

Un leve cosquilleo en el pecho te avisa de la ansiedad que está por venir, la misma que te despierta en las noches y que aparece de repente, como un vendaval que te domina y te arrastra hacia el miedo

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4 mins
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Por fin en casa. Ahora a descansar después de la marcha de unos días frenéticos. Preparas tu té favorito y te sientas a mirar el mundo por la ventana. Buen día para imaginar una aventura, tal vez un viaje, un cambio, una vida mejor. ¡Qué bien sienta la calma después de la tormenta!

Pocos minutos después sientes esa absurda inquietud de la sospecha y te preguntas si apagaste la luz, si dejaste bien cerrada la puerta de la entrada o si escucharás el timbre del teléfono. Sabes que esos pensamientos solo vienen a boicotear tu descanso, pero aún así te levantas, revisas y cuando confirmas que todo está bien vuelves a tu silla.

De pronto, una extraña incomodidad invade tu cuerpo y corta tu respiración. Un leve cosquilleo en el pecho te avisa de la ansiedad que está por venir, la misma que te despierta en las noches y que aparece de repente, como un vendaval que te domina y te arrastra hacia el miedo.

Esa molesta sensación que te visita cuando más necesaria es tu templanza.

Ansiedad traicionera, inoportuna, invasora

Pero… ¿Por qué me siento así, hoy que estoy en casa? – te preguntas. Das un paseo por la cocina, el salón, las habitaciones. El lugar es cómodo, lo mejor que encontraste para ti. Una casa apropiada hecha a tu gusto, bien ubicada, maravillosa, perfecta y …  de la que más tarde o más temprano tendrás que partir. Eso es lo único seguro.

Lo sabes, porque es lo que siempre ha sucedido. Porque por A o por B motivo, siempre te vas. En el transcurso de tu vida has habitado unas cuantas casas (mejor no hacer la cuenta) y todas te han abandonado incluso antes de entrar. 

O, pensándolo mejor, son casas no habitadas porque ni tú mismo/a creíste que existiera ese lugar capaz de acoger tu vulnerabilidad sin armadura

Ni la casa, ni nada, ni nadie. Y hoy que te has regalado este tiempo para ti, te das cuenta de que así funciona también tu mundo interno. Con un pie adentro y otro afuera transcurren las relaciones, el trabajo, los amigos y todo lo que suene a vínculo. 

Un pie adentro, por si esta vez funciona. Un pie afuera, para que no te pille el adios desprevenido y estar siempre dispuesto/a a salir corriendo al primer aviso de peligro, de daño, de riesgo de perder.

Ansiedad persecutora, vampira, embaucadora

Lo que sí permanece muy dentro de ti es el anhelo de echar el ancla en un puerto seguro. Tal vez en un futuro, o tal vez hoy mismo en el contacto contigo entre silencio y té,  encuentres ese pilar donde agarrarte fuerte. 

Tal vez solo exista un frágil asidero en ti, esperando a ser nutrido. Por ahora es suficiente con que lo percibas. Mira bien… por ahí estará… puede que hoy sea el día para empezar a construir un suelo firme, en el que podrás apoyarte y habitarte, sean cuales sean tu casa y tus vivencias.

Si quieres una mano para acompañarte en el camino, cuenta conmigo.

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