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Depresiones Postergadas

No había tiempo para detenerse y mucho menos para sentir. La vida consistía en atravesar el túnel hasta que la rueda girara de nuevo y permitiera ver alguna luz

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8 mins
Depresiones Postergadas
Imagen: Myléne

Parecía un terremoto. No había tiempo para detenerse y mucho menos para sentir. Toda la atención, toda la energía estaba invertida en caminar, escalar, seguir. La vida consistía en atravesar el túnel hasta que la rueda girara de nuevo y permitiera ver alguna luz.

Nos suele pasar cuando experimentamos acontecimientos excepcionales, de esos que nos ofrece la vida de vez en cuando, los que rompen cualquier intento de estabilidad, que cambian la rutina y con frecuencia nos dejan exhaustos. Son eventos devastadores muchas veces, pero no siempre, porque también pueden ser muy apreciados, aunque igualmente desequilibrantes.

Un proyecto de trabajo que nos ocupa al 100%, una temporada viajando por lugares nuevos, los preparativos para una celebración importante, los primeros tiempos de la inmigración, la construcción o la reforma de una casa, el acompañamiento a un ser querido en la enfermedad, el tiempo dedicado a los hijos en un momento de cambio, la gestión de un divorcio, los ajustes en la cotidianidad después de la jubilación… y muchas otras experiencias que la vida nos regala.

Y después de la tormenta de transformaciones, quehaceres y emociones… ¿qué nos queda? Generalmente un vacío, temas que se quedaron pendientes de resolver, una vida para recomponer, tiempo para ocupar en no se sabe qué, otros roles o incluso, a veces, una nueva identidad. Es común que después de tiempos excepcionales lleguen sentimientos desconcertantes, incluso estados depresivos al no saber cómo encajar lo que se ha transformado con el tiempo.

Por ejemplo, sucede con frecuencia en los procesos migratorios que después del tiempo de adaptación, cuando las personas ya han superado los primeros desafíos y encuentran un equilibrio en todos los sentidos, se enfrenten a sentimientos muy opuestos a lo que la lógica indica. Se supone que deberían recoger los frutos de sus esfuerzos y dedicarse a disfrutar de sus logros. Pero por el contrario, caen en estados de tristeza y apatía, aparentemente incongruente, que deja a todo el mundo boquiabierto.

¿Pero es que acaso no lo tienes todo? ¿No era esto lo que buscabas? ¿Es que no estás contento/a con nada?… No, no es eso generalmente. Es que dentro de nosotros hay un mundo con el que a veces no conectamos y en tiempos de excepción o de estrés adicional, las sensaciones pueden quedarse ahí, dormidas, para salir cuando pueden, es decir después, cuando ya no hay urgencia, cuando la supervivencia está asegurada y ya no hay motivo para la lucha.

Depresiones Postergadas

Una pareja de psicoanalistas, Leon y Rebeca Grinberg —exiliados hacia Madrid desde 1976 por causa de la dictadura en Argentina—, describieron este proceso depresivo relacionado con la inmigración, denominándolo “Síndrome de la depresión postergada” y lo situaron entre el segundo y el tercer año del proceso migratorio, aunque habría que contrastar este dato con las características de los movimientos migratorios en la actualidad.

Aunque la inmigración tiene sus variables particulares, creo que podemos servirnos del concepto del síndrome de la depresión postergada para comprender otras experiencias humanas, como las que comentábamos al principio, obviamente tomando en cuenta su funcionalidad así como las singularidades de las personas que se enfrentan a estos procesos. Veamos algunos ejemplos tomados de la realidad en la consulta de Psicoterapia:

💧Ese proyecto de trabajo que te atrapa, que supone una gran oportunidad para desplegar tus capacidades y un reto imposible de rechazar. Lo lograste, conseguiste el reconocimiento, el ascenso. Ya lo tienes. Y ahora, después de todo lo que te has esforzado, sentado/a en tu silla deseada, sientes de todo excepto alegría y tranquilidad.

💧 Hiciste el viaje de tus sueños. Entre aviones, trenes y barcos conociste lugares maravillosos. Hoy aquí, mañana allá, en una dinámica totalmente diferente a la rutina. Todo bien, todo bonito. Las incertidumbres, los momentos conflictivos en el viaje, las sensaciones tan diversas en la novedad no tuvieron cabida pues había tantas cosas para ver… ¿quien se va a poner a pensar en eso en vacaciones? Pero claro, todo acaba y de pronto te encuentras con el habitual transcurrir del día a día y —a no ser que te metas de inmediato en otro vendaval, lo cual no te aconsejo—, habrá que ordenar el mundo por dentro y ver qué hay para guardar en el cajón de los recuerdos y también lo que quedó por sentir conscientemente.

💧 Te casaste. Tiraste la casa por la ventana. Meses enteros de preparativos, fiestas, vestidos, comidas, viajes, regalos. Fuiste protagonista de uno de los eventos más grandes del momento. Y también cambiaste de estado, te uniste a otra persona en un proyecto de pareja. Ahora que se acabó la fiesta y empiezas tu nueva normalidad, te sientes triste, extraño/a, deprimido/a.

💧 Qué proyecto tan intenso, la reforma de tu casa. Todos los días había decisiones por tomar. Que si el color del suelo, que si el material de la pared, que si el diseño de la puerta. ¡Ni un paso atrás que el tiempo aprieta! Cada vez un imprevisto, una discusión con alguien, un no saber cómo quedará. Ya está todo, quedó bonito. Pero ahora que tienes tiempo para tumbarte tranquilamente en tu sofá recién estrenado, se te cae la casa encima y llegan sensaciones depresivas que no logras entender.

💧 Médicos, análisis, hospital. Cuidados para esa persona tan querida y tan enferma. Dar fuerza a todos, mantener la esperanza, conducir kilómetros, intentar algo parecido a la normalidad, armarse de paciencia, son las prioridades mientras recibes noticias diferentes cada día, obligándote a ajustar las realidades con la velocidad de un rayo. Ya pasó todo. Ahora tu persona querida está recuperada o, lamentablemente, la has perdido. No habías tenido tanto tiempo como ahora para conectar con tus emociones y te derrumbas sin remedio con ese cansancio monumental que arrasaría con cualquiera, después de un tiempo tan intenso.

💧¡Cómo te necesitaba! Y allí estuviste sin reparos, dando tu tiempo y toda tu energía al niño o a la niña que crecía tan rápido. Pero ya tomó el vuelo como tenía que ser, por cierto, gracias a las alas que le diste. Ahora el silencio de tu casa te recuerda los asuntos pendientes contigo mismo/a y no sabes por donde empezar. De momento, sientes una extraña tristeza que habrá que reconocer para seguir andando los nuevos caminos.

💧 Ni un minuto más duró tu relación de pareja. Llegó el tiempo del adiós y con él vinieron también cambios de casa, papeleos, acuerdos y muchos desacuerdos. Todo esto te mantuvo ocupado/a y no te permitió sentir la despedida. Pasaron malestares, rabias, tal vez sentimientos de injusticia y sobre todo, terminó lo que algún día deseaste con tanta intensidad. Ahora que está todo claro, no sabes por qué aparece esa tristeza tan profunda, aun sabiendo que era necesario este final, e incluso deseado.

💧 Te jubilaste. ¡Qué bien! Parecen vacaciones. Duermes todo lo que tu cuerpo necesita, vas a cursos, das largos paseos, viajas, lees… haces todo lo que siempre deseaste, por fin. Y cuando pasa la novedad, un día te despiertas con sensación de vacío, de rara confusión, como si extrañaras los tiempos pasados con sus dificultades y su estrés.

Depresiones Postergadas sin lógica aparente

Todas estas situaciones, y muchas más, tienen algo en común: un tiempo de trabajo extra y a veces de maniaca actividad, como un correr hacia adelante para que no nos pille el toro. Momentos en que la prioridad ha sido luchar, cuando no intentar escapar, ya fuera por algo tan trascendental como una inmigración, tan lamentable como el acompañamiento a una persona enferma o tan puntual como una fiesta. Al fin y al cabo nuestro sistema nervioso no valora tanto la importancia de los eventos como el impacto que estos tienen en nuestro organismo.

Y otro factor común es la dinámica emocional, cuando después de un tiempo de esfuerzo viene el bajón, el desconcierto, el miedo, la tristeza y otras sensaciones, emociones y sentimientos que no se habían hecho conscientes y que aparecen de pronto, sin lógica aparente.

Comprender nuestras dinámicas

La comprensión de los mecanismos inconscientes es la mejor aliada para encontrar la lógica de nuestras reacciones emocionales. Es lo que nos permite tomar las riendas de nuestras experiencias vitales y conocer nuestros mecanismos defensivos, así como nuestros recursos para sobreponernos de los estados depresivos y otras respuestas que siempre tienen algo que decirnos acerca de la gestión de nuestra vida.

La Psicoterapia Caracteroanalítica, con sus diferentes enfoques, ofrece interesantes herramientas para comprender las dinámicas psíquicas y somáticas en cualquier momento del ciclo vital, recuperando la posibilidad de poner a funcionar nuestros recursos en favor de la salud física y mental.


Nota: Para la elaboración de una parte de este artículo me he apoyado en la lectura del libro: Psicoanálisis de la migración y del exilio de Leon y Rebeca Grinberg. (Alianza, Madrid, 1984). En la Biblioteca de esta web encontrarás la referencia de estas y otras publicaciones de interés.

Gracias por compartir este artículo

2 comentarios en «Depresiones Postergadas»

  1. Muchas gracias Clara: mientras leía me vi reflejada en lo que es la parte migratoria algo que para mí era un gran logro meses después me llevó a la Apatia, y preguntarme Ahora Que?

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