Corrían malos tiempos. El futuro consistía en un puzzle difícil de armar, lleno abismos e incertidumbres. Era un momento de esos en que uno no sabe para donde tirar, hasta que al fin se da cuenta de que lo mejor era tomar contacto y esperar.
Pero mi ansiedad cayó en la trampa cuando me picó la curiosidad, gracias a la propuesta de una bien intencionada amiga que escuchó algo sobre un vidente alucinante (nunca mejor dicho) que estaba exactamente en la otra punta de la ciudad y a quien se podía acceder pagando por adelantado una cantidad nada insignificante.
Allá llegué. En cuanto este personaje me vio, parecía que la claridad hubiera llegado a su consciencia. Pero no porque yo viera emanar sobre él alguna luz del más allá sino por los gestos exagerados de su rostro, lo cual ya me hizo sospechar de mi esforzada y fallida inversión. Aún así él lo tuvo muy claro desde el primer instante y entre otras maravillas me “iluminó” diciendo:
“Por la situación de violencia en su país usted no ha podido estudiar y por eso tiene una cultura media-baja, lo cual le hace sentir frustrada e insatisfecha”
Pues no, no acertó ni una, ni de lo que cuento aquí ni de lo que no cuento porque no viene al caso. Salí de ese lugar, tan oscuro como mis respuestas, pero la aventura nos sirvió a mi amiga y a mi para echar unas cuantas risas al calor de un par de copas de vino.
Y hablamos de cómo esa persona estaba llena de prejuicios. En cuanto me vio el aspecto de inmigrante supo exactamente lo que tenía que decir. Su ceguera ante mi realidad no le permitió ver nada más allá de lo que él mismo imaginaba. En ningún momento me preguntó nada de nada pero… ¿cómo podría querer saber algo de quien no existía ante su mirada?
También decidimos nunca más preguntar sobre el futuro y recordar que no sabríamos qué pasaría mañana pero sí podríamos investigar qué pasó ayer y qué sucede hoy. Esto me dio una gran confianza en mi porvenir.
Cuando estamos vulnerables
Hablamos de alguien que se dedica a embaucar a gente vulnerable. Cualquiera estará de acuerdo conmigo en que su sentido de la ética dejaba mucho qué desear y que lo mejor en tiempos difíciles es buscar otro tipo de ayuda más efectiva, más profesional, más confiable. Por ejemplo un Psicólogo o mejor aún, un Psicoterapeuta… ¡Qué buena idea!
De todas maneras mi intención no es crucificar a este personaje, que quién sabe qué suerte habrá corrido con sus imaginaciones. Hoy me interesa más hablar de esas ayudas “más efectivas, más profesionales, más confiables”.
Nada nos dice que estudiar en la Universidad, sacarse un título de Psicología y tres másteres nos libre de caer en la tentación de juzgar a la gente según nuestras ideas preconcebidas. Es más, a veces la acrecientan cuando la desconexión emocional nos aleja de la realidad propia y la de los demás. Lo hacemos tal vez de manera más sofisticada, más indirecta y muchas veces inconsciente. Y no solo con inmigrantes. También con mujeres por ser mujeres, con hombres por ser hombres, con ricos, con pobres, con simpatizantes de izquierdas o de derechas. Pero hoy estamos hablando de inmigrantes.
Inmigrantes buscando Apoyo Psicológico
Cuando eres inmigrante y por cualquier motivo acudes a una consulta de Psicología o de Psicoterapia, el/la profesional puede saber mucho del tema que te preocupa, conocer la técnica al dedillo y estar convencido/a de que su forma de trabajar es la mejor, pero no te va a poder ayudar si ignora la variable de tu realidad migratoria, ya sea por el desconocimiento sobre su importancia o porque simplemente, a pesar de estudiar mucho, no se ha tomado el trabajo de verse sus propios prejuicios.
Y si no se toma en cuenta la variable migratoria, tanto el diagnóstico como el tratamiento en sí mismo pueden ser equivocados. Pongamos el ejemplo de una persona que está en el inicio de su proceso migratorio y ha tenido una mala experiencia que ha acabado de romper su equilibrio. Para empezar, lo más probable es que no sepa ni donde está parada. Con todo por hacer, el estrés le supera y busca ayuda para gestionar sus emociones.
Imaginemos entonces que a una primera visita al psicólogo esta persona llega con un alto nivel de ansiedad, confusión y además con dificultades para comunicarse de manera “apropiada”, es decir según los usos de la cultura que aún no conoce, con una percepción distorsionada del tiempo y del espacio, con un miedo atroz y además con gran melancolía por la extrañeza de lo que ha dejado.
Y ahora imaginemos que el/la psicólogo/a vive pegado/a a las etiquetas que se suelen utilizar para valorar los grados de patología. Con esos síntomas y sin indagar nada más respecto a su historia y su situación psicosocial, el diagnóstico será poco más dramático que una grave enfermedad mental. A partir de ahí, con seguridad viene una cadena de despropósitos, todos salidos de una primera interpretación basada en clichés o en omisiones.
Ahora imaginemos que en esa misma situación, la persona inmigrante da con un/a psicólogo/a o psicoterapeuta que toma en cuenta las condiciones psicosociales de su proceso migratorio y además la historia personal y otros datos clínicos importantes para conocer su forma de funcionar no solo ahora, sino también antes de su experiencia migratoria. Así será mucho más posible acercarse a una valoración global para orientar una ayuda ética y también eficaz.
¿Qué puede ofrecer la Psicoterapia a una persona inmigrante?
“Ser inmigrante” se puede vivenciar de mil maneras, desde la realidad del aquí y ahora hasta la constante huída hacia el imaginario…
😌 Esa nostalgia tan bonita, tan romántica, tan llena de de amores lejanos, de canciones acerca del terruño, de guayabas y patatas de frasco en conserva traídas del mismo paraíso que uno abandonó, se puede convertir en un excelente ritual sanador o en un verdadero tormento cuando no se ha hecho un duelo migratorio en condiciones.
🥰 Ese apego que atrapa entre las noticias de allá, el partido de fútbol, la farándula, la música, las series, la vida de los otros, puede ser una agradable manera de mantener el contacto con la identidad cultural, pero también de dar la espalda a lugares, experiencias y gentes por conocer.
🥴 Esa ambivalencia en la que uno no se encuentra ni aquí ni allá, esa sensación de vida que transcurre sin detenerse un instante a definirse, puede ser una extraña experiencia transitoria o el crónico estado de vivir en una nube.
Las características tan propias de personas que atraviesan un proceso migratorio, marcan la experiencia de forma tan compleja que es muy fácil perderse en ella y por eso, así como es tan importante contemplar las particularidades de la migración en cada quien, también es fundamental entender qué terreno soporta esta experiencia, cuáles son las bases emocionales, las carencias, las fortalezas individuales que permiten o dificultan los diferentes procesos de la vida, incluido el proceso migratorio.
La Psicoterapia Breve Caracteroanalítica y la Terapia de Apoyo, como todos los tipos de intervención psicoterapéutica en esta corriente, toma en cuenta la dimensión estructural, o sea los pilares que soportan las experiencias que vivimos en el transcurso de nuestras vidas. Se ocupa del síntoma como lo que es, pero lo interpreta desde una visión global tomando en cuenta los diferentes factores que lo definen. Y además su sistemática psicocorporal permite un acercamiento al equilibrio psíquico y físico, ayudando así a una adecuada gestión de las emociones.
El apoyo psicoterapéutico es una excelente forma de prevenir que experiencias estresantes del proceso migratorio reabran antiguas heridas o que estas no puedan ser aliviadas, y el acompañamiento a personas que atraviesan estos procesos ha de ser respetuoso con sus singularidades, así como consciente de nuestra realidad transcultural.