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La moda de la Virginidad

Wilhelm Reich estaba todo menos equivocado cuando expuso su teoría sobre la sexualidad, afirmando a partir de sus investigaciones  que la inhibición de la función natural de la sexualidad no sólo es perjudicial para un desarrollo saludable posterior, sino que sus efectos pueden ser devastadores a nivel psicológico y biológico

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Foto: “La virginidad” – Michel Lobelle Giménez

Una modelo, un estudiante universitario, una administrativa… hombres y mujeres que optan por una vida en castidad o al menos por mantener la virginidad hasta el matrimonio.

A estas alturas no todos/as “confiesan” su decisión, pues dicen ser objeto de tabúes. Tal vez exista una nueva forma de discriminación en tiempos en que el sexo se asume como algo casi obligatorio, aún cuando carezca de todo sentido e implicación.

En este blog la moda no es el criterio. Aquí la salud tanto física como psicológica es el motivo y la forma es el análisis. Y por eso preocupan estas posiciones negadoras de la sexualidad vital y placentera, tanto como las disfunciones sexuales que afectan a miles de personas en todo el mundo.

Lo importante no es si se hace tres veces a la semana, nunca o una vez por año. Lo realmente importante es cómo el organismo está regulando su energía sexual y cómo esto se está reflejando en la salud psicológica

Casi un 6% de la población en España admite no haber tenido un contacto sexual completo, según datos de la Encuesta de Salud y Hábitos Sexuales, realizada por el INE en 2003 para diseñar las políticas de prevención del SIDA. Llama la atención que no se encuentren datos más específicos y actuales.

Veamos algunos ejemplos, basados en historias reales: 

  • La persona que viene de una educación ultracatólica, en la que desde la infancia le han inculcado el valor de la virginidad y la necesidad de llegar “pura” al matrimonio, pues sólo así será bien amada por su futura pareja, ya que el sexo es algo mundano  –y por lo tanto sucio–. Cuando se hace adulta, se le dice que elija cómo quiere vivir… ¡Bingo!… elige esperar al matrimonio porque el sexo no le parece imprescindible. Es superficial y nada trascendental, muy bajo para un ser tan elevado como él/ella.
  • Las parejas, también miembros de comunidades religiosas, que deciden esperar a casarse para tener relaciones sexuales porque si lo hicieran estarían transgrediendo algo importante. La atracción y las “tentaciones” son controladas, por ejemplo manteniéndose en la distancia física por meses.
  • Aquella mujer que dice encantarle el chocolate pero no el sexo. También siente pasión por la costura, el tejido, la colección de todo tipo de objetos (casitas, muñecas, dedales…), todo lo que no suponga un encuentro íntimo con nadie. La idea del sexo le produce nauseas y la imagen de un hombre le horroriza.
  • La persona que concibe la relación de pareja deseable como tener a alguien para ir al cine y hablar, para luego irse cada uno a su casa porque esto magnifica el amor romántico, que también ha sido transmitido como un gran valor en su infancia.
  • El hombre maduro —al menos en edad— hijo de padre militar y muy apegado a la madre, que nunca ha trabajado y aún vive en la casa paterna. Al no haber recibido ninguna información sobre la sexualidad tuvo que imaginarlo todo y nunca encontró –ni buscó– la manera de encontrarse con su capacidad sexual. Al enamorarse en su adolescencia fue rechazado y decidió entonces que el sexo no le interesaba, dedicándose hasta hoy a la lectura de incontables libros.

Y en otras latitudes no nos quedamos atrás. Llama la atención una bella modelo colombiana, quien junto con su esposo ha publicado un libro defendiendo la virginidad hasta el matrimonio. (Ver) Adepta a la religión cristiana, tomó esta opción como rechazo al uso de la mujer como objeto sexual. Pero además comenta que fue su madre quien la integró a los 13 años en una iglesia, después de sentirse arrepentida por una infidelidad que le costó entregar la custodia de sus hijas. A partir de redimirse en aquella iglesia, recuperó a las niñas y allí todo fue mejor. Entonces, gracias a Dios ella, una de las niñas hecha hoy adulta, cree en el amor y en el matrimonio.

Gracias a Dios cree en el amor. Pero esto le costó horas de su adolescencia escuchando pautas de conducta como que hay que guardarse, es decir ser fiel al/la esposo/a desde antes de conocerle y así poder decir el gran día: Te amé sin conocerte y por eso me guardé para ti.

Bueno, después de conocer otras culturas y tener la oportunidad de tomar otras elecciones, decidir guardarse para el matrimonio es, digamos, respetable. Lo que no parece muy esperanzador es que alguien se dedique a promulgar sus opciones personales con libros y charlas transmitiendo a los adolescentes el don de la contención sexual, basándose exclusivamente en valores religiosos. De todas formas, los autores de este proyecto aclaran que al final cada uno toma sus decisiones.

Por supuesto, después de escuchar por activa y por pasiva que el sexo es sucio… toma tu libre decisión. Si te dejas llevar por tus tentaciones eres mal/a chico/a pero… toma tu libre decisión. No te informo absolutamente nada acerca de tu función sexual, apáñate como puedas, pero… toma tu libre decisión.

Moral, doble moral. Es verdad que cada vez más nos encontramos con embarazos no deseados en los colegios y que la educación en prevención deja mucho que desear.

¿Pero la represión, el miedo y la inhibición de las funciones más naturales es la respuesta? 

Al parecer, en estos colegios a nadie se le ocurrió llamar al “profe del sexo”, Luis Miguel Bermúdez, quien tuvo la iniciativa de incluir la educación sexual en el currículum académico de formación permanente y no como algo puntual, reconociendo el hecho de que las y los adolescentes practican relaciones sexuales como parte de su desarrollo natural. Con un programa coherente consiguió reducir a cero el promedio de 70 embarazos adolescentes al año en un colegio de Bogotá. (Ver)

En estos temas es donde se constata que Wilhelm Reich estaba todo menos equivocado cuando expuso su teoría sobre la sexualidad, afirmando a partir de sus investigaciones  que la inhibición de la función natural de la sexualidad no sólo es perjudicial para un desarrollo saludable posterior, sino que sus efectos pueden ser devastadores a nivel psicológico y biológico.

La ansiedad generalizada, el carácter obsesivo compulsivo, el masoquista, la sensación de desierto emocional, la depresión así como algunas problemáticas relacionadas con la integración social, entre otros síntomas, suelen tener como base el inadecuado desarrollo de una sexualidad libre y placentera, que pasa factura tarde o temprano y que nadie merece sufrir.

Que cada uno crea o no crea en lo que quiera, pero que niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres podamos elegir nuestra manera de vivir lo más placentera, alegre y natural posible. 

Gracias por compartir este artículo

1 comentario en «La moda de la Virginidad»

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