Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors
CatalanEnglishFrenchSpanish
Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors
Català | English | Castellano

Las Malas Noticias

Son las malas noticias. La muerte repentina de un ser querido, un diagnóstico médico que huele a despedida, la recaída de una enfermedad que creíamos superada, la pérdida de un trabajo, la ruptura de pareja inesperada, los planes hechos trizas, la inminencia de un cambio indeseado

Tamaño:
MODO:
LECTURA:
4 mins
Las Malas Noticias
Imagen: ractapopulous

«Un día más»… Nos despertamos como siempre y el reloj marca los tiempos como si tuviera vida propia. La agenda habla por sí misma, no hay nada qué pensar, todo está claro. Como mucho, nos proponemos hacer las cosas bien, corregir algo mejorable, superarnos, avanzar.

Pero sin saberlo, había otros planes para este día previsible. Las malas noticias, que tiran la agenda por los suelos. La constatación de que no tenemos la vida comprada, de que no lo controlamos todo. El mundo se pone del revés y de lo que había hace tan solo unos minutos solo queda un cuerpo hecho gelatina, intentando mantenerse en pie, si no se ha desmayado antes.

Son las malas noticias. La muerte repentina de un ser querido, un diagnóstico médico que huele a despedida, la recaída de una enfermedad que creíamos superada, la pérdida de un trabajo, la ruptura de pareja inesperada, los planes hechos trizas, la inminencia de un cambio indeseado

¿Cómo reaccionamos ante las malas noticas? Según nuestra manera de afrontar los acontecimientos vitales y de las capacidades de nuestras defensas psicológicas amortiguadoras, podemos reaccionar de diferentes formas y no siempre depende de nuestra voluntad.

¿Nos quedamos paralizados/as como si esto no fuera con nosotros? ¿Seguimos adelante como si nada hubiera sucedido? ¿Corremos de un lado para otro como si nos estuviera persiguiendo un demonio? ¿Nos rebelamos y decidimos que esto no puede ser verdad? ¿Nos retiramos o, por el contrario, llamamos a todo el mundo para informarles de lo sucedido? ¿Nos llenamos de razones y motivos?

Las reacciones son las que son, y cualquiera es comprensible ante una dolorosa noticia inesperada. Por eso es tan importante que, quienes tienen la difícil responsabilidad de comunicar las malas noticias y quienes acompañan a la persona en sus primeros momentos, cuenten con la mínima información acerca de las posibles respuestas ante eventos tan excepcionales.

Lo primero, como se entenderá, es procurar un espacio seguro capaz de contener cualquier posible reacción al shock. Lo segundo, permitir la expresión emocional, cualquiera que esta sea, evitando juicios o moralejas como: «tienes que calmarte», «así es la vida», «de todo se aprende», «sí, a mí me pasó esto o aquello». A veces el simple hecho de estar es suficiente.

Después de las Malas Noticias

Después de la primera reacción sigue la vida, querámoslo o no. Y ahí es donde empieza la escalada, la ardua tarea de gestionar las emociones y de hacer los ajustes necesarios. No hay fórmulas en los procesos humanos que sirvan para todo el mundo, y mucho menos en casos de pérdidas inesperadas. Por esto es preciso valorar hasta dónde podemos elaborar nuestras experiencias solos/as (preferiblemente con el apoyo de un entorno afectivo) o cuándo es preciso acceder a una ayuda profesional.

Y esto vale cuando somos nosotros quienes recibimos las malas noticias, y también cuando somos «el entorno», pues no siempre es tan fácil «simplemente estar», cuando una persona necesita de nosotros para apoyar su tristeza, su miedo, su rabia o su decepción en nuestro hombro.

No se piden de nosotros poderes especiales, ni para asumir una noticia que desequilibraría a cualquiera, ni para sostener a alguien en sus tiempos difíciles. Lo que sí es deseable, es tener a disposición los recursos psicológicos con los que naturalmente contamos para responder al devenir de los acontecimientos de nuestra vida. Estamos diseñados/as para soportar estos eventos.

El apoyo psicoterapéutico es una buena opción, cuando encontramos dificultades para avanzar en los procesos emocionales, cuando la soledad nos impide elaborar nuestras pérdidas o cuando queremos prevenir que estas experiencias nos dañen innecesariamente.

Cuando somos nosotros quienes acompañamos, la atención psicoterapéutica también es una buena idea. Sirve de refugio para descargar esas tensiones y emociones que, por mejores intenciones que tengamos, aparecen en el proceso de ayuda.

El espacio psicoterapéutico siempre es un lugar adecuado para permitirse soltar, incluso caer, donde no hay que ser fuerte, ni acertar, ni forzar nada. Porque las malas noticias, y lo que viene después, son experiencias vitales muy dolorosas que se pueden vivir con salud.

Gracias por compartir este artículo

Deja un comentario

¿Quieres más información?