Los que se van, se llevan los momentos convertidos en recuerdos, el peso de ser quien abandona y el ansia por lo que les espera en su destino.
Los que se quedan, han de encontrarse con el vacío de la ausencia, reciben el abandono y les queda la tarea de inventarse un viaje interno.
Los que se van, han de rehacerse en lo desconocido. Entre paisajes y gentes diferentes, poco tiempo les sobra pues pronto comienza la escalada.
Los que se quedan, habrán de rehacerse en el silencio. Al parecer nada ha cambiado pero ellos saben que una parte se fue con el viajero y la otra ha de ser reparada con el tiempo.
Los que se van, superan con fuerza los obstáculos. Crecen, lloran, caen, se levantan, ríen y celebran.
Los que se quedan, sufren en la distancia los quebrantos. Crecen, lloran, caen, se levantan, ríen y celebran.
Los que se van, conocen otras tierras. Cambian cada día y ante ellos se abren mundos antes ignorados.
Los que se quedan permanecen en su tierra pero ven con otros ojos el mundo que creían conocido.
Los que se van, a veces vuelven con la maleta llena de penas y alegrías, con los brazos abiertos al abrazo.
Los que se quedan, se abrieron al abrazo en el primer segundo después de la partida.
Los que se van se alejan, los que se quedan se van, a su manera. Los que se van vuelven, los que se quedan vuelven, desde la despedida hasta las siempre deseadas bienvenidas.
2 comentarios en «Los que se van, los que se quedan»
Una vez más: GRACIAS ! y BUEN VIAJE !
El caso es viajar que es como cambiar.Cambia el que se queda , cambia el que se va.
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