Estás totalmente quieto/a debido a una máscara inmovilizante en tu cara y otros artilugios en el resto de tu cuerpo. Una gota de agua fría cae sobre tu frente, siempre en el mismo lugar. Esto sucede cada 5 segundos, sin descanso. Al principio parece algo inocuo. Al final, ya no eres tú.
Era la tortura de la gota de agua, también llamada “gota china”. Con una sádica sutileza, conseguía enajenar a la persona hasta tal punto que después de unas cuantas horas o incluso días, provocaba un daño físico en la piel pero sobre todo un estado de locura hasta llegar a producir la muerte por paro cardiaco.
¿A quién se le ocurrió inventar esto? Pues a un médico y abogado italiano llamado Hippolytus de Marsiliis, nacido en Bolonia –y no en China– en 1451 y de quien no se conoce la fecha de su muerte y mucho menos la forma. Decidió sacar partido a sus conocimientos, no para luchar por los derechos humanos ni para ofrecer salud sino para inventar esta y otras formas de torturar y matar gente.
La revelación le surgió a partir de ver cómo, cuando las gotas de agua caían reiteradamente sobre una piedra, éstas acababan formando un hueco así que no tuvo mejor idea que aplicarla al cuerpo humano equiparando la piedra con el hueso.
Hoy día esto nos parece una descabellada manera de aplicar justicia aunque no faltará quién fantasee con instaurarla de nuevo. En otros tiempos era normal y asumido por la sociedad. Esto puede otorgarnos la esperanza de que algunas prácticas que hoy nos parecen absurdas, dentro de unos cuantos siglos ya hayan sido absolutamente abolidas.
No lo veremos. Pero lo que sí podemos presenciar aquí y ahora es esa velada tortura psicológica que alguno/as ejercen y otros/as padecen desde hace siglos también, pero que lamentablemente sigue vigente por invisible, por efectiva, por necesaria para quienes ansían controlar y ejercer poder sobre los demás.
Puede que estemos de acuerdo en que no son comparables los alcances a nivel físico y a veces psicológico de las torturas de antaño y los maltratos cotidianos. Pero eso no lo tengo que decir yo, sino las personas que reciben constantes vejaciones en diferentes ámbitos sociales, porque son ellas quienes sufren sus efectos, tan reales como invisibles, tan crudos como insufribles.
Preguntemos a quien llaman loco/a porque dice o no dice, porque hace o no hace. Porque no encaja en el molde de lo que otros llaman cordura. Que se sale de la norma y es tan insoportable su transgresión que algunos optan por esta reiterada manera de amainar su juicio, gota a gota… “Loco… loco… loca… loca… ploc…ploc…”
Lo mismo da la repetida “loca” que la insistente: “tómate la pastilla” ó la tópica y fuera de contexto: “vete al psiquiatra/psicólogo” o un simple “humm” que no dice nada pero que lo dice todo. Irrespeto, destructividad, maltrato al fin y al cabo.
El nombre de la gota da un poco igual. Lo importante es que esté bien fría y que su aplicación sea reiterada. Malo/a, cobarde, débil, egoísta, despreciable, perezoso/a, raro/a, tonto/a, torpe y muchos más adjetivos también funcionan para debilitar a una persona, para torturarle pasito a pasito, gotita a gatita,
Y tampoco hace falta siempre hablar. Se puede gotear y gotear sin decir una sola palabra. Con un gélido silencio un día sí y al siguiente también, es suficiente. La fría mirada, la desatención y el tono degradante también son efectivos. La burla que algunos llaman humor funciona de maravilla.
No estamos ya en tiempo de torturas como la de la gota china, o eso queremos pensar. La prohibición de cualquier tipo de tortura se acordó hace más de 70 años en el mundo y hoy son consideradas crímenes de derecho internacional.
Pero a veces se olvida que tortura incluye todo lo que suponga dolores o sufrimientos graves, tanto físicos como psicológicos para obtener informaciones o confesiones y también para castigar, intimidar o coaccionar a una persona. (Ver)
Hoy nos parece inconcebible debilitar hasta matar a alguien con una gota en su frente cada cinco segundos. Ojalá no pase tanto tiempo antes de considerar inadmisible cualquier tipo de maltrato, visible o invisible, leve o grave porque… ¿Quién tiene la medida?
1 comentario en «Maltratos Cotidianos, de Gota en Gota»
me recuerda a la «Novela de Ajedrez» de Stefan Zweig (y la película con Curd Jürgens -1960):…
…… Solo en una celda, sin más compañía ni entretenimiento que una terrible y puntual gota de agua, tuvo que recurrir al ajedrez para no volverse loco,
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