Era un Sábado de Octubre del año 96. Entré tímidamente a mi primera clase de Orgonomía Médica en la EsTeR. Allí estaba él. Me dio la bienvenida con un beso en cada mejilla. Puso su mano suave pero firme en mi cabeza y me dijo: «cuenta conmigo». A partir de ese momento, Manuel Redón se convirtió en una de las personas más importantes de mi vida.
Este es el retrato que me queda de Manolo, quien se nos fue hace pocos días, dejando el calor de su recuerdo:
El maestro… Amable
Es el adjetivo que me surge sin pensarlo. Un maestro amable es un tesoro. Significa que se interesa por sus discípulos y, por lo tanto, no escatima en tiempo, recursos y creatividad para hacerse comprender. Y en su caso esto suponía un verdadero reto. Simplificar el lenguaje de la Medicina Psicosomática y el de la Orgonomía Médica, sin por eso dejarlas desprovistas de su profundidad, no parece algo sencillo. Y él lo conseguía con dos componentes esenciales: Primero, mucho trabajo. Segundo, mucha humildad.
El amigo… Cómplice
Otro tesoro. En los primeros tiempos Manolo, junto con su familia, me acogieron como a una más ofreciéndome algo muy parecido a un hogar, cuando apenas conocía las calles de Valencia. Años después, con las vueltas que da la vida tuvimos la suerte de ser vecinos. En esos tiempos se convirtió en el amigo que se queda contigo las horas que hagan falta en el sofá de tu casa o de la suya, para encontrar juntos las respuestas aunque, al final, sólo queden más preguntas. El confidente que te cuenta y que te escucha. El compañero sincero que te expresa la alegría, la tristeza, la fuerza y la debilidad y así te otorga la oportunidad de conocerle. El protector que te hace la comida «tipo abuela» para que te sientas como en casa, cuando todo lo que te queda es esperar mientras llegan mejores tiempos. Además, Manolo fue el amigo que me enseñó a valorar las virtudes de la cocina mediterránea, a descorchar una botella de vino, a disfrutar del jamón serrano, a viajar por Europa, a apreciar otros tipos de música, a entender las costumbres españolas. Manolo fue un amigo del alma.
El Médico… Cercano
Manuel Redón, el médico, encontró un equilibrio exquisito en su quehacer. Nunca se negó a nuevos aprendizajes. Nunca dejó de investigar, de leer, de actualizarse. La relación con el paciente era su obsesión, consciente del poder terapéutico de un trato humano y respetuoso. Era accesible, tuvieras un simple costipado o una afección preocupante. La sensatez era su marca, prefiriendo los tratamientos naturales sin por eso desconocer la oportuna eficacia de la medicina convencional cuando hiciera falta. Recibimos de él una atención médica intachable y, hasta el momento, insustituible.
El colega… Colaborador
Nos separaban unos 20 años de experiencia profesional y en ningún momento me hizo sentir pequeña a su lado. Con todo el respeto que me inspiraba y la autoridad que emanaba, había siempre una puerta abierta para el trabajo en equipo, mano a mano. Manuel Redón fue el colega que me derivó los primeros pacientes expresándome una confianza certera en mi camino profesional. Fue además un fiel cómplice de mis luchas sociales, ofreciendo generosamente su tiempo y su conocimiento en beneficio de la salud de las personas inmigrantes. Me confió sus escritos para trabajarlos juntos. Me animó a buscar caminos diferentes para ampliar mis conocimientos y evolucionar en mi proceso personal. Respetó nuestras opiniones discordantes. Respondió incondicionalmente a mis peticiones de colaboración en algunos de los temas publicados en este blog. (Ver al final)
El convaleciente… Puro
Participar en el acompañamiento a Manolo en este tiempo significó reconocer su vertiente más pura y confirmar, con inmensa alegría, que lo bonito de este amigo permanecía a pesar de su enfermedad. Sus palabras amables hasta el último momento, remplazaron las lágrimas por cálidas sonrisas. Su expresión comprensiva parecía ser un lazo irrompible que su memoria no podía olvidar. Su ternura al sentirse acogido invitaba a permanecer a su lado, a apurar los momentos antes del anunciado final. Estos últimos meses con Manolo fueron un inmenso regalo, del que guardo hermosos recuerdos y del que me sentiré siempre agradecida.
El recuerdo… Vivo
Y ahora… ¡A vivir!… dijo Manolo mirándome fijamente, como dándome la última lección, alguna de estas noches en la mesa de su cocina mientras jugaba con una servilleta blanca. Y cuando me acerqué la última vez, a darle un beso de despedida, me miró amablemente y me preguntó con su voz, ya quebrada… «¿necesitas algo?«. Fue en ese momento cuando supe que su inminente ausencia no iba a conseguir nublar en mi mente su recuerdo. No, le dije. Ya nos lo dimos todo. Muchas gracias amigo… y hasta siempre.
La paz que recorre mi cuerpo me permite salir, alejarme y permitir que la naturaleza siga su curso, sintiéndome infinitamente agradecida por cada momento en compañía de mi maestro, amigo, médico y colega Manuel Redón.
Manuel también fue padre, hijo, abuelo, hermano, pareja, psicoterapeuta… y aunque esto es algo que no me corresponde describir, sé que deja una huella inquebrantable en la vida de quienes le conocimos. Un abrazo a María, a Laura, a Carlos y a todos aquellos amigos y amigas que disfrutamos y apreciamos la vida de Manolo… de principio a fin.
[…] Es en este terreno donde se hace más necesaria la distinción entre “ser” terapeuta y “hacer” de terapeuta. “Ser” terapeuta nos remite a una posición abierta y comprensiva del sufrimiento humano, buscando referencias también en nosotros mismos, en nuestras propias experiencias, para poder acercarnos al otro y que ese otro nos perciba de forma auténtica, solidariamente humanos. “Hacer” de terapeutas queda un tanto mecánico, impostado, inauténtico y, por lo tanto, muy poco terapéutico al estar alejado del sentir y sólo dado al protocolo estandarizado y a la receta establecida por la estadística.—M.Redón
PUBLICACIONES DE MANUEL REDÓN EN ESTE BLOG:
Paradigma Reichiano Actual. Utopía o Potencialidad
Psicoterapia Reichiana y Cuerpo Enfermo
¿Qué Nos Pasa En El Cuerpo?… ¿Qué Le Ocurre A Nuestra Mente?
6 comentarios en «Manuel Redón – Dejando el Calor de su Recuerdo»
Gracias Ma.Clara!
leo vuelvo a leer , y no me lo quiero creer …salgo y veo l a TRISTE noticia ….
Hacia años QUE NO SABIA DE EL Y HPY POR CAUSALIDAD PENSABA PEDIRLE UNA DIRECCION DE MICHEL ECHE , ….. Y EO EN INTERNET ESTA PAGINA … EN NUESTRO CORAZON QUDARON LOS IMBORRABLES RECUERDOS DE UNA EPOCA DE INICIO DE LA ACUPUNTURA …. EL Y SU OBSESION POR APRENDER E INICIAR LO QUE A A LGUNOS NOS PARECIAN EXTRAÑOS CAMINOS DE LA TERAPIA REICHIANA ….. NO PUEDO DECIR R NADA MAS QUE ERA DE VERDAD BUENA GENTE … A DONDE QUIERA QUE HAYA IDO SEGURO SERA BIEN RECIBIDO …. MUCHAS PERSONAS LO ECHARAN DE MENOS ….
Recientemente me he enterado de la mala noticia. Fui paciente de Manel durante bastante tiempo, quería aprovechar este blog para darte las gracias Manel, estés donde estés, gracias por la infinidad de charlas que hemos tenido. Hoy soy un poquito mejor gracias a ti. Un fuerte abrazo. J.
Lamento mucho la muerte de Manuel. En 1997 supimos que mi padre padecía un cáncer de pulmón. Como no mejoraba nada con el tratamiento típico e informándome sobre otras alternativas al final decidí probar con la terapia del Doctor Mirko Beljanski. Así es como me pasaron la dirección de Manuel y sin pensármelo dos veces contacté con él y desde Alicante acudí a verlo en Valencia. Me dedicó un buen rato y pude encontrar en su biblioteca algún libro de alguien sobre el que ya había leído algo, Wilhelm Reich. Hasta ese momento no conocía que hubiera alguien en España que fuera un estudioso del tema. Hace apenas un día, poniendo orden en mkis archivadores, encontré la receta que Manuel me extendió. No solo me pareció una buena persona, no lo conocí como vosotros, sino que tuvo la atención de llamarme para preocuparse por el estado de mi padre. Hoy quería ver si podía encontrar por la red alguna información que me permitiera al menos saludarlo, ya han pasado casi 20 años desde aquello. Hoy me he encontrado con esta mala noticia. Solo quiero que quede constancia de mi pesar por la falta de Manuel y que quienes le conocisteis sepáis que tenéis un amigo en Alicante.
Muchas gracias Maria Clara por seguir recordando la figura del admirable e inolvidable amigo y colega, «Manolo».
Seguimos caminando…
salud.
Un artículo sincero, emotivo y digno. Gracias!