Ha empezado un nuevo año, y con él se han despertado los deseos, las expectativas, los sueños que las urgencias cotidianas fueron arrinconando en la esquina de los «imposibles». Y tú… ¿Cuál es tu Proyecto?
De vez en cuando, aparece una cierta nostalgia por lo que pudo ser pero que nunca se hizo realidad. Y así pasa el tiempo, mientras se alargan las horas para cumplir con las interminables expectativas ajenas, mientras se aparcan los deseos pendientes por falta de oportunidades.
De pronto, incluso, parecen ridículos tantos sueños antiguos, porque ser bailarina, aprender un idioma, enamorarse o viajar, no tenían nada que ver con la realidad que a uno «le tocó vivir», a veces demasiado pronto, en la que todo consiste en aguantar el día a día.
Con este panorama, no sorprenden las expresiones amargas de los rostros cansados ni los cuerpos curvados de tanta pesadez. No resultan extraños los dolores aquí y allá, ni la pastilla de la mañana, ni la del medio día, ni la de la noche, para seguir durmiendo en la falsa conformidad de una vida sin riesgos ni altibajos
Pero, afortunadamente, hay quienes siguen naufragando con la secreta esperanza del «tal vez algún día«. No importa cuánto se haya naufragado, nunca es tarde para empezar. Puede que sea difícil, pero tarde no.
Es este el momento de emprender un vuelo hacia lo que se quiere ser y hacer. Como en toda aventura, aparecen obstáculos y el primero suele ser: «¿Y yo qué quiero?» Parece increíble, pero de tanto andar fuera de uno mismo, suele pasar que hasta se olvide esta primera cuestión, por lo cual se recomienda que, antes de empezar a hacer sin ton ni son, se ponga uno en la tarea de descubrir qué es lo que «quiere», a cambio de lo que «tiene que…».
Superada esta primera parte, se puede empezar a despegar. Pero no hay que coger el vuelo muy alto porque no tardará en aparecer el siguiente obstáculo: «¿Y cómo lo hago?» Aquí es donde hay una parte de razón. Las oportunidades, a veces, hay que sacarlas de debajo de las piedras, como se dice, porque rara vez están al alcance de la mano.
Se coge un papel y un lápiz y se escribe un proyecto. Sí, así como se hace tan bien en el trabajo!! Y si a uno no le gusta eso de escribir, pues dibuja, o canta, o grita, o baila… pero hace algo en donde se quede plasmado ese «cómo hacerlo».
Ahora, ya se puede empezar a volar un poco más alto, y hay que hacer acopio de toda la capacidad creativa posible y seguir… sobre todo seguir
Es en este punto donde hay que apartarse de quienes desaniman con las famosas sentencias del tipo: «tu no puedes«, «nadie lo ha logrado» o «no es lógico«. Es el momento de vaciar la mochila y elegir lo que ayuda y lo que no. Tal vez se quede muy vacía y uno se sienta solo/a, pero calma… se llenará poco a poco de tesoros impagables.
Con este capital, se empieza simplemente haciendo, y si falla una vez, se intenta otra. Y si no resulta y se hace obsoleto el intento, pues se cambia de estrategia y se vuelve a comenzar. Pero de intento en intento hay que detenerse de vez en cuando para tomar aliento. Se descansa, se come, se pasea, se ama, se duerme… A las 3 de la mañana dando vueltas en la cama son pocas las cosas que se pueden avanzar.
En el momento menos pensado abre uno los ojos y ve, con inmensa sorpresa y alegría, que ha volado muy alto, a donde nunca imaginó que lo haría. Se siente libre, liviano/a y con todo el horizonte por delante para continuar un largo camino de subidas, bajadas, lluvias, soles y tormentas –la vida– que a uno le pertenece y, por lo cual, a uno le corresponde dibujar.