Es ahora, desde este punto de la historia,
donde una apuesta empieza a ser verdadera.
No en la idealización de los primeros días y
tampoco en la rabia del tiempo después de la derrota.
Es ahora, en el vacío,
donde podemos comprender quienes somos y
para qué nos hemos encontrado.
Es ahora cuando es posible sembrar amor,
el que llevamos tanto tiempo anhelando.