A menudo encontramos leyendas, consejos y hasta libros con claves simplonas, que abusan de estos términos animando a valorarse, a ser feliz, a no hacer caso de lo que piensen los demás y «aprender» a quererse a uno mismo. Ni sombra de buscarse, sentirse, conocerse, comprenderse… recuperarse.
Estas leyendas “estimulantes” vienen acompañadas con frecuencia (como para darles prestigio) de célebres escritores como Benedetti, García Márquez o Saint-Exupéry en clave «Principito», los tres ya ausentes de este mundo (el Principito no cuenta porque es inmortal), como si en verdad fueran suyas tantas ideas cargadas de moralismo y como mucho sacadas de contexto.
Pero como sabemos, cada vez parece menos importante la veracidad de las fuentes, decir algo con sentido y traspasar la fachada, si al fin y al cabo el mensaje se viraliza y obtiene un montón de likes. Y esto ya huele a narcisismo…
Pongamos algunos ejemplos muy sencillos, cotidianos también, que no son absolutistas pero nos acercan a la comprensión:
Narcisismo, pero no autoestima
💧 Si nos vemos superiores, merecedores de atención permanente por nuestras hazañas, tan excepcionales que nos creemos con el derecho de copiar y pegar sin referirnos al autor, saltarnos la cola en el supermercado o de aparcar donde nos de la gana aunque bloqueemos el paso a los demás…
💧Si nos parece que la competitividad es un valor y nos sentimos grandes cuando conseguimos tomarnos la foto al lado del famoso de turno, si el éxito es el fin y el fracaso inviable, si los cuestionamientos y las ideas divergentes son inaceptables…
💧Si solo valoramos a quienes se dejan fascinar por nuestra ilusoria imagen de grandeza y despreciamos a quienes no nos sirven para nada, si explotamos a la gente, si somos incapaces de crear vínculos profundos…
💧Si en vez de hijos e hijas ansiamos clones que actúen como extension nuestra y más que parejas preferimos trofeos, si todo vale para trepar sin mayor esfuerzo, si el poder es la obsesión y nunca es suficiente, si predomina lo que «hay que ser» y no el simple ser, a secas…
… Entonces es posible que estemos inmersos en el pozo narcisista y esto no tiene nada que ver con la autoestima que tanto se proclama en todas partes.
¿Pero qué causa tanto sufrimiento?
En esta mezcolanza vamos y venimos, hasta que (si hay suerte) acabamos en la consulta de un/a Psicoterapeuta con la cabeza hecha un bombo y un auto-diagnostico debajo del brazo, o para ser más exactos guardado en el móvil: «es que tengo la autoestima baja» ó «es que sufro de un trastorno narcisista«.
En primera instancia no hay un nombre capaz de generalizar un problema. La ansiedad, la depresión, el bloqueo emocional o la falta de sentido, responden a diferentes causas y las mismas causas tienen efectos diferentes en cada persona, según factores individuales además de las condiciones socioculturales.
Es lo que se suele desconocer en programas de entrenamiento emocional y estrategias diseñadas para priorizar la productividad frente a cualquier otra cosa, adiestrando al cliente para acceder a la felicidad solo porque tú lo quieres y lo vales ya que con la voluntad mueves el mundo, eliminando cualquier rastro de proceso.
Por otra parte y por fortuna, existen también sociólogos, psicoterapeutas y filósofos que llevan tiempo alertando de la invasión y la naturalización del narcisismo en nuestra sociedad y de sus devastadoras consecuencias en la salud mental.
Por poner sólo tres ejemplos, me refiero a…
Marie France Hirigoyen, que me ha inspirado a escribir la entrada de hoy gracias a la lectura de su último libro “Los Narcisos: Han tomado el poder», en el que nos acerca a una visión muy actual del narcisismo, desde una perspectiva psicoanalítica, politica y social.
Byung-Chul Han, que analiza cómo el exceso de positividad está conduciendo a una «sociedad del cansancio«, en el que el no parar se ha convertido en un valor, cuando en realidad es una enfermedad letal, debido al agotamiento psicológico.
Xavier Serrano, autor de La psicoterapia Caracteroanalítica, que lleva varios años llamando la atención sobre las implicaciones psicosociales del narcisismo y aporta la perspectiva de la estructura del carácter, indispensable para el diagnostico, la comprensión y el tratamiento en la clínica. En otro de sus libros nos regala esta interesante reflexión:
Hoy, mientras asistimos al derrumbe de las ideologías, se impone una fragilidad ética que nos distancia de la convivencia con los valores humanos esenciales. Al mismo tiempo, la pérdida cada vez mayor de la diferenciación individual y cultural nos difumina en una masa que reproduce conductas sutilmente condicionadas y dirigidas a facilitar el mantenimiento del consumo salvaje que engorda al llamado Primer Mundo. Todo ello, unido al inflamiento narcisista que está viviendo la cultura occidental, facilita una atmósfera donde “todo es posible” y “nosotros podemos” que produce espejismos de poder, de éxito y de felicidad enlatada —X. Serrano (Profundizando en el diván reichiano – 2011)
La imagen positiva de uno mismo
Aunque aparente lo contrario, la persona narcisista lleva por dentro una gran debilidad, que precisamente protege con su máscara grandilocuente o con su hiper sensibilidad a los “ataques” del exterior. (Ver también: familias narcisistas, más allá de la apariencia)
Por su parte, la persona con una elevada autoestima goza de la confianza en sus cualidades y una imagen positiva de sí misma, por lo que le basta con desplegar su ser, le miren o no, le quieran o no.
A grandes, grandísimos rasgos, esa es la diferencia entre autoestima y narcisismo. Y tomarla en cuenta es fundamental a la hora de entrar en las profundidades del sufrimiento porque entonces así, cuando uno sabe lo que le pasa, entenderá también que no es suficiente con editar la foto de perfil para eliminar los defectos y obtener más seguidores.
Por más herramientas que tengamos a mano para borrar nuestros rasgos de humanidad, la clave sigue siendo el nivel de estabilidad interna, basada en una autoimagen positiva y real, que no se compra en ningún sitio y no hay receta que se pueda encontrar en un audio de autoayuda ni en la entrada de un blog.
Porque no es objetivo aquí profundizar en los fundamentos teóricos del narcisismo y la autoestima, pero eso no quiere decir que las bases no estén presentes en cada idea que comparto. Existe cantidad de bibliografía y te recomiendo especialmente las obras de Wilhelm Reich y de autores postreichianos, para hacerte una idea de la importancia del desarrollo infantil en la vida adulta desde la perspectiva del análisis del carácter. Y ya si quieres atención personalizada, te invito a acercarte a mi consulta de Psicoterapia Caracteroanalítica ubicada en Denia, para sumergirte en tu propio proceso.
Narcisismo, autoestima y desarrollo infantil
En realidad, el chip ya deberíamos tenerlo dentro pero visto lo visto, cuando alguien carece de una autoimagen positiva, podemos pensar que algo ha fallado en su desarrollo infantil. Porque era en esos primeros tiempos cuando había que sentar las bases de una identidad a partir de la satisfacción de las necesidades.
Con frecuencia se malinterpreta esta realidad, entendiendo por «necesidades» los caprichos de niños y niñas llorones que van a acabar con nosotros y se convertirán en unos malcriados insoportables si les damos lo que piden. Cada quien entiende lo que quiere entender.
En cuanto a la imagen de sí mismo, el desarrollo infantil va desde lo que los psicoanalistas llaman “narcisismo primario” —momento en el cual el bebé no percibe a nadie más que a él— hasta el “narcisismo secundario”, cuando ya tiene capacidad de contar consigo mismo pero también con la realidad exterior, logrando un equilibrio entre el amor a los demás y el propio y dedicando una parte de la energía amorosa a lo que llamamos, ahora sí, autoestima.
Es el proceso que se ha quedado atascado en el mundo interno de una persona narcisista y que tiene como consecuencia, entre otras, la incapacidad de amar y una relación distorsionada con la realidad. La chulería que representa no es más que una máscara para poder salir al mundo y no desmoronarse en la fragilidad de su difusa identidad. Como dice Byung-Chul Han, el narcisista “chapotea en su propia sombra hasta ahogarse en ella».
Quien goza de autoestima, por su parte, cuenta con un escenario interno de claridad, consistencia y definición del ser.
Saberlo es importante, vivirlo e integrarlo en la cotidianidad, imprescindible. Porque aún cuando descubramos que no se dieron las condiciones adecuadas en nuestro desarrollo infantil, podemos recuperarnos del descalabro y además proteger a nuestros niños y niñas de la saga de la carencia.
Porque “valorarse” está bien lejos de perfeccionar un selfie lleno de vacío interior para lograr cada vez más reconocimiento imaginario, y está muy cerca del cuidado al elegir las experiencias más positivas en contacto con el mundo. Una de ellas, sin duda, es la del autoconocimiento y la reparación…
… Recuerda que nada fue tu culpa pero hoy, tú ya eres responsable de tu vida.