Lo teníamos todo muy bien organizado. Y aunque las rutinas nos pesaban o aburrían, eran como brújulas para seguir andando hacia puertos más o menos seguros. Pero el tiempo hizo su trabajo y la rueda giró. Avanzamos, tomamos distancia, abandonamos o nos abandonaron, nos perdimos, retrocedimos o simplemente crecimos.
Son los cambios de la vida que, aún felices muchas veces, suponen la pérdida de lo que ya no es. Son las rupturas que nos invitan a diseñar otras maneras de convivir. Son las despedidas que ponen a prueba todas nuestras fuerzas, tal vez para enseñarnos nuestra más profunda intimidad.
Pasamos por estas experiencias varias veces en la vida y nadie se salva de ellas, aunque hay quienes se sienten más cómodos mirando los acontecimientos desde el rol del espectador y no faltan quienes prefieren imaginarse protagonistas de teatros, donde indiferentes marionetas son dirigidas por seres todopoderosos.
NADIE se salva de los cambios de la vida.
A los cambios vitales se les llama «pequeñas muertes» o «muertes cotidianas». Muertes en todo caso, aunque aquí tenemos algunas oportunidades de renacer. Como tales, nos lanzan al vacío vertiginoso en el que nada se puede controlar y donde el futuro aparece como una hoja en blanco.
Cambios, Crisis y otros Caos: Algunas experiencias en jóvenes y adultos:
- El paso del instituto a la formación profesional, la definición de un oficio, la elección del proyecto laboral.
- Las mudanzas, desde los cambios de residencia hasta las migraciones internacionales.
- El principio de la convivencia en pareja y el matrimonio.
- La llegada de los hijos.
- La ruptura de la relación de pareja.
- Los cambios de trabajo y de estatus laboral.
- La experiencia del «nido vacío», cuando los/las hijos/as crecen y salen a volar.
- La jubilación.
- La enfermedad o muerte de amigos/as, parejas, padres, madres y familiares.
- Los cambios propios de la edad.
La forma como vivimos estos cambios está muy influida por el carácter, es decir, por la manera como sabemos enfrentarnos a los acontecimientos vitales.
Ante la pérdida de control y la incerteza, elegimos luchar contra la corriente o nos dejamos llevar con la confianza que nos queda. También podemos sentarnos a lamentar nuestra mala suerte mientras buscamos culpables o afrontar el dolor, el miedo o la ansiedad que comprensiblemente aparecen.
Podemos esperar que algo o alguien venga a salvarnos o tal vez emprender el camino, aún sin mapa. Podemos estancarnos en el drama o quizás aprovechar los nuevos recursos para salir del hoyo. Podemos disfrutar de los cambios felices o boicotearnos con problemas que de todas formas van a llegar, aún sin nuestra ayuda.
Podemos, en fin, escampar bajo el dominio del carácter o gestionarlo para poder encontrarnos con lo mejor de nosotros/as mismos/as.
1 comentario en «Y ahora… ¿Qué hago con mi Vida?»
GRACIAS por +tus REFLEXIONES.
Añado, solo para no confundir a algunos, el ‘otro’ sentido de «pequeñas muertes»:La petite mort en francés, también conocida como La pequeña muerte, hace referencia al periodo refractario que ocurre después del orgasmo. …
De manera más amplia se puede referir al gasto espiritual que ocurre luego del orgasmo, o a un corto período de melancolía o trascendencia, como resultado del gasto de la «fuerza de vida». (wikipedia)
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