La vida moderna nos está dando mucho de qué hablar. Nuestras formas de relacionarnos, intentando buscar una comunicación adecuada a nuestras necesidades, las alegrías al encontrar ecos que se aproximan a nuestras expectativas, el desánimo que nos absorbe cuando solo nos queda el desencuentro.
¿Cómo expresar las emociones que acompañan nuestras vivencias? ¿Cómo aliviar los dolores de los golpes que no hemos podido esquivar en el camino de la vida? ¿Qué roles asumimos en nuestras diversas experiencias vitales?
Me ha llegado, por sorpresa, un libro de mi querida amiga y colega María Montero-Ríos, y dentro de este una nota deseando que, en sus páginas, encuentre inspiración en mi trabajo y en mi vida. El libro se titula Cuentos. Cómo nos hablan de nuestra vida cotidiana, y María lo escribió junto con uno de sus compañeros de aventuras, Christophe de Vareilles.
Un viaje al simbolismo de los cuentos
Me encontré entonces con algo más de 200 páginas llenas de novedades, a partir de los cuentos de toda la vida. Me visitaron las memorias de la infancia representadas en conocidos personajes como el gato con botas, Hansel y Gretel, La Bella durmiente, Caperucita Roja, la Cenicienta y otros/as. Diecinueve historias en total, a las que los autores les dan unas cuantas vueltas para mostrarnos mucho más que lo que nos venden las tibias producciones de Disney.
Con un sólido conocimiento de los entresijos de los cuentos en el inconsciente individual y colectivo y una amplia experiencia en el ejercicio de la Arteterapia, los autores nos acompañan en un viaje hacia las profundidades del simbolismo de los cuentos y, además, nos muestran casos reales, en los cuales el trabajo con el cuento ha servido como recurso para la elaboración de vivencias difíciles, no solo en niños, niñas y adolescentes, sino también en adultos.
Dicen María y Christophe:
Los cuentos rompen la línea recta haciendo ver que existen distintos planos de la realidad. Mundos y submundos que pueden situarse por encima como la planta de habichuelas o descendiendo por la madriguera de un conejo. A veces, las puertas quedan escondidas detrás de la sólida pared del armario, a través del espejo o un lienzo. Una nueva realidad aparece habitada por seres, tal vez similares a los que conocemos, pero distintos.
Mundos y submundos que conviven como las diversas realidades que atravesamos, la vida en constante cambio. Lo conocido en un lugar puede parecernos extraño en otro. La presencia del azar, todo podría ser distinto de haber elegido otro camino. Planos existenciales. Diferentes vidas vividas en un mismo tiempo de vida. –M. Montero-Ríos, Ch. Vareilles.
Los cuentos nos hablan de nuestra vida cotidiana
Tenemos la costumbre de relacionar a los personajes de los cuentos con lo que nos han transmitido cuando se han usado como recursos para la educación. Blanca Nieves es bonita e ingenua, mientras la bruja es fea y mala persona. Caperucita es buena chica, pero si no le hace caso a la mamá aparecerá el lobo, que es un depredador. La Bestia es peligrosa, la Bella es inocente y todos los príncipes de los cuentos, siempre… ¡siempre! son hombres ricos y guapos, a cuya atención hay que aspirar para vivir felices por la eternidad.
En este libro, los autores nos invitan a descubrir otros significados, mucho más interesantes. Por ejemplo, nos muestran cómo el cuento de los tres cerditos puede asociarse a los diferentes momentos de nuestro recorrido vital, a la inmigración, a los cambios. El gato con botas tiene algo que ver con el reconocimiento de la propia valía, el patito feo con la identidad, Hansel y Gretel con la creatividad, la bella durmiente con la inconsciencia.
Si conseguimos salir de la cuadriculada percepción de que príncipe, princesa, bruja o lobo son personajes de carne y hueso, y que casa, vestido, carroza o zapato pueden significar mucho más que un objeto inanimado, aprovecharemos mejor lo que los cuentos nos transmiten, ya que muchas veces nos hablan, de nuestros propios estados internos.
Los cuentos: valiosos recursos
Pero estas asociaciones tampoco se limitan a interpretaciones rígidas, a modo de fórmulas matemáticas. En realidad, dado que los cuentos nos ayudan en el descubrimiento y en la apertura de la consciencia, funcionan como arquetipos, en la medida en que conllevan simbolismos universales y reflejan estados y experiencias que seguramente no hemos podido detectar.
Además de contarnos el cuento, a su manera, los autores nos muestran cómo aplican este valioso recurso para trabajar con grupos y personas en casos de bullying o mobbing, burnout, violencia de género y violencia intrafamiliar, crisis vitales, proyectos educativos, dificultades en el trayecto migratorio, procesos empresariales, estados depresivos, duelos, etc.
Así que muchas gracias, María y Christophe, por el esmero en la escritura de este libro, por las reflexiones y por contarnos su experiencia. Y gracias también por esas hermosas ilustraciones que, con generosidad, nos invitan a utilizar en nuestros trabajos terapéuticos.