Ha transcurrido un tiempo en el proceso, de la mano de tu psicoterapeuta. Tiempo en que el ritual semanal llevaba a conectar con tus más profundas sensaciones. Todo un privilegio, un auto-regalo, un acto de amor hacia ti mismo, tal vez el primero de otros que siguieron.
Al comienzo, afrontar la Psicoterapia Caracteroanalítica parecía una gran montaña por escalar. Y cuando hablábamos de terapia profunda ya sonaba a interminable. Pero aún así te echaste al agua, tal vez acogiéndote a la motivación por lo que te contó un amigo acerca de su proceso, o quizás por tu confianza ciega, por esa intuición que te auguraba mejores tiempos, por simple curiosidad o por lo que tú y yo sabíamos que era una gran necesidad.
Poco a poco fuiste comprendiendo tu proceso. Dejaste de pedir recetas para la vida y entendiste la aventura de transitar tu propia historia en compañía, sin más modelos que aquel mapa construido mano a mano, dibujado especialmente para ti.
Fue un tiempo de cambios que se iban afianzando poco a poco. Ha sido un privilegio para mi también, ver crecer en tu interior una identidad más sólida, como crecen las ramas de una planta arraigada a un suelo cada vez más firme.
Hubo llantos, risas y cansancios, anhelos, rabias, miedos. Hubo tránsitos que valientemente atravesaste y te permitieron ver un nuevo horizonte en tu paisaje. Hubo llanuras que aliviaron el camino. Hubo intensidad, displacer, incertidumbre y alegría… hubo consciencia y hoy hay vida.
¡Te diste cuenta! Mas allá de esa máscara con la que tu carácter te ocultaba, no había nada tan terrible que tu diván no fuera capaz de soportar. Y allí encontraste algo antes nunca visto con tanta nitidez, “eso” que tanto ansiabas conocer: A TI MISMO, A TI MISMA.
En los primeros tiempos, con cada paso adelante expresabas tu pena por no haber hecho antes tu terapia. Que si hubieras evitado el sufrimiento, que así no hubieras perdido esto o aquello, que cómo pudiste vivir por tanto tiempo huyendo, ocultando tus emociones como se cubre el suelo con las hojas secas del otoño.
Pero ahora ya lo sabes. Lo mas bonito del proceso psicoterapéutico es saborear cada momento y la vivencia de una Psicoterapia Caracteroanalítica llega cuando tiene que llegar y se acaba cuando tiene que acabar, o sea cuando uno está listo para ello, ni antes ni después.
Así que nunca es tarde. Y ahora con todo (o casi todo) en orden, ahora que cuentas contigo y te haces cargo de tu historia… y ahora que ponemos fin a este ritual de la semana, te preguntas:
¿Qué sucede después de la Psicoterapia?
Sucede que la vida sigue. Gracias a tu proceso psicoterapéutico, como poco habrás encontrado esa versión mejorada de ti, tu propio «Yo», lo más auténtico posible. Pero aquí no se acaba tu trabajo personal.
Es cierto que la Psicoterapia Caracteroanalítica supone un antes y un después en la experiencia vital de una persona. También que al menos en una terapia profunda te sumerges hasta el fondo y resuelves unos cuantos traumas y conflictos. Es cierto que esta vivencia no tiene vuelta atrás, pero ahí no acaba todo… y no tiene que acabar.
Después de desplegar las alas es hora de alzar el vuelo con confianza. Te aseguro que vendrán buenos momentos para ti, otros regulares y algunos realmente malos, simplemente porque hacen parte de la vida.
Pero venga lo que venga, contarás con tu potencia liberada para afrontar tus experiencias y gestionar tu vida. Por esto y por mucho más, la Psicoterapia Caracteroanalítica ha sido una inversión segura.
Ahora que no das más la espalda a tus sensaciones, que eres capaz de pactar con tu carácter, que conoces tus mecanismos inconscientes… ahora que respiras y comprendes las sensaciones de tu cuerpo, encontrarás en ti la energía necesaria para vivir tu vida y seguro que llegarán nuevas experiencias que acompañen tu andadura.
Este importante paso es solo el comienzo de tu próxima aventura. ¡Vuela, vive, ama, viaja! Es en tus vivencias cotidianas donde harás brillar tu valioso proceso psicoterapéutico.
Por todo lo demás ya sabes donde está la puerta, siempre abierta, de tu Psicoterapeuta.
